La Asociación Profesional de Suboficiales de las Fuerzas Armadas, ASFASPRO, observa con estupefacción cómo se dispara la brecha retributiva que los separa de las FCSE, tras el anuncio del ministro Marlaska.
La Asociación Profesional de Suboficiales de las Fuerzas Armadas denuncia el doble rasero con que se trata al personal que ha dedicado sus esfuerzos a solucionar la crisis sanitaria provocada por el COVID-191.
El presidente del Gobierno y algunos de sus ministros han afirmado que “nadie va a quedar tirado” o “nadie va a quedar atrás” tras esta crisis. Se acaba de aprobar 247 millones de euros para mejorar las nóminas de las FCSE, se trata del tercer aumento que reciben con el que verán aumentadas sus retribuciones en un 20% cumpliendo el acuerdo de 2018. Mientras tanto los militares siguen mal pagados, olvidados, ninguneados e ignorados por el Ministerio de Defensa y por el propio Gobierno de la Nación y sólo se les dedican muchas palabras de agradecimiento.
El impacto emocional que la actual crisis sanitaria está provocando entre los ciudadanos por los miles de fallecidos y contagiados, el largo y hasta ahora desconocido confinamiento y el miedo, la angustia o la desesperación por el incierto futuro que se nos presenta, ha puesto en el primer plano de la actualidad la impagable labor de diversos profesionales que hasta ahora eran casi invisibles o estaban situados en el rincón secundario entre las prioridades de una sociedad acostumbrada a que la mayoría de sus problemas habituales no pudiesen derivar en enfermar gravemente de manera masiva y de un día para otro, con el posible resultado de muerte. Esta es una cruda realidad que hasta hace pocos días nos era muy lejana y que solo vivíamos a través de los telediarios cuando hablaban de epidemias localizadas casi siempre en países de África o del lejano oriente.
Sin embargo, cuando las impactantes imágenes que nos llegaban de China desde comienzos de este año 2020 se trasladaron a nuestros pueblos, ciudades y, sobre todo, hospitales, los trabajadores sanitarios y científicos, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, las Fuerzas Armadas, Bomberos o Protección Civil, además de muchos otros trabajadores como los transportistas, empleados de supermercado, personal de limpieza, vigilantes de seguridad, etc., pasaron a formar parte de la vanguardia dedicada a enfrentarse a la crisis más grave que ha vivido España desde la Guerra Civil, quedando lo verdaderamente superfluo, aunque lamentablemente no en toda su extensión, reducido a formar parte de la en este caso inservible retaguardia.
El lunes 27 se reunió la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados con la comparecencia de la ministra de Defensa para informar sobre la crisis del COVID-19. La ministra por la mañana acudió a la sesión extraordinaria del Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas y por la tarde a la Comisión de Defensa.
La ministra Robles desveló que el Ejército de Tierra tenía 1.250 infectados, 193 diagnosticados y 1.057 en cuarentena; la Armada 543 aislados (incluidos civiles), 49 positivos y 19 ingresados en hospital; el Ejército del Aire 84 afectados, la UME un 3% de afectados y en la Misión EUTM-Malí 2 positivos y 7 sospechosos. Estos datos, que fueron solicitados por ASFASPRO a finales de marzo, ¿por qué no se aportaron en el Consejo de Personal celebrado unas horas antes? (vídeos nº 2 y nº 18).
El Brigada D. Eugenio Ceballos Carrera ha sido felicitado por escrito por la Comisaria Jefa de la Comisaria Local de la Policía Nacional de Puerto del Rosario, ya que su rápida y eficaz intervención propició la detención de un individuo que estaba vendiendo sustancias estupefacientes a menores.
El Brigada regresaba el pasado de 2 de Abril del Campo Nacional de Tiro y Maniobras de "Pájara" en Fuerteventura cuando observó en una parada de autobús a varios individuos juntos en actitud exaltada y que uno de ellos arrojaba un objeto a la carretera y huía del lugar.
Estos días los medios de comunicación se han hecho eco de los datos oficiales de la incidencia de la pandemia en sanitarios, guardias civiles y policías, incluso del número de test practicados a estos colectivos. Es posible saber cómo el virus ha afectado y, por tanto, valorar si los procedimientos y las medidas de protección han sido adecuados y, aún más importante, si son mejorables.
Por el contrario, de los militares -especialmente los que han estado o están en primera línea- se desconocen los datos: fallecidos, infectados, aislados, test realizados. El Ministerio de Defensa no los facilita y tampoco da razón para ello. Tan solo el 2 de abril el JEMAD en su comparecencia diaria admitió que había 230 infectados y 3194 aislados, sin especificar nada más.
El coronavirus ha afectado a todos los órdenes de la vida, también al cultural. Con el fin de evitar los problemas de diversa índole que afectan a los investigadores interesados en presentar sus obras al Premio In Memoriam Mª Manuela (Mané) González-Quirós, el patrocinador ha modificado el plazo de entrega de los originales, ampliándolo hasta el 31 de agosto.
Aquellos compañeros que venían preparando un texto pueden aprovechar estos meses para finalizarlo sin presiones. Ánimo, y a continuar escribiendo la historia de los suboficiales.
Tras más de tres semanas de vigencia del estado de alarma se están abriendo paso en los medios de comunicación aspectos que inicialmente no atraían la atención y ahora van haciéndose un hueco. Uno de ellos es el papel de las Fuerzas Armadas en la resolución de la crisis, cuando son un elemento que normalmente no aparece en la escena pública. Y quizás por este mismo motivo se puede comprobar que se echa mano de mucho tópico en numerosos artículos e intervenciones en los medios de comunicación. El último asunto a colación ha sido la discusión sobre la conveniencia o no de patrullas mixtas de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE) y Fuerzas Armadas (FAS) para realizar labores de seguridad ciudadana.
Los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas han salido de sus cuarteles participando en una operación militar en territorio nacional, la Operación Balmis, y se comportan con la misma profesionalidad, seriedad y humildad con la que vienen realizando las misiones en el exterior, cualidades que ya ha sido reconocidas por nuestros aliados y por las naciones anfitrionas. Desgraciadamente los españoles pueden verlo ahora bien de cerca y ojalá no hubieran tenido que comprobarlo en estas circunstancias. La realidad es que las Fuerzas Armadas están utilizando sus múltiples capacidades en apoyo a las necesidades que la situación plantea: descontaminación/desinfección, instalación de hospitales de campaña, fabricación de medicamentos, transportes de todo tipo, traslado de cadáveres… y también protección de fronteras y vigilancia en las calles. Y aquí parece que se disparan algunas alarmas. De forma injustificada se despiertan viejos fantasmas y se alimentan prejuicios gratuitos con la falta de conocimiento del trabajo diario de nuestros militares: que si patrullas mixtas, que si competencia entre cuerpos y entre ministerios…, que solo enturbian la imagen del conjunto de servidores públicos que están poniendo su esfuerzo y su sacrificio para el bienestar colectivo de la ciudadanía.
Ciertamente, la situación extraordinaria en la que vivimos nos trae incoherencias involuntarias o provocadas.
Un día el presidente del Gobierno nos dice que ya no nos percibe como un gasto superfluo y, otro, la ministra de Defensa nos agradece la entrega y el esfuerzo.
Un día el Gobierno dice que la situación era impredecible y, otro, se descubre que el Ministerio de Defensa pidió numeroso material médico a la OTAN el 9 de marzo, 5 días antes del Real Decreto por el que se declaró el estado de alarma.