La prevención de riesgos laborales (PRL) no acaba de funcionar en las Fuerzas Armadas. Faltan puestos por cubrir, y pese a ello se han dejado vacantes plazas de máster en PRL por no querer que sean cubiertas por suboficiales. Y así nos va, pese a que la LODD1 indica que el Estado establecerá medidas para garantizar la seguridad y salud del personal2. La semana pasada falleció un militar en acto de servicio. DEP. Un soldado del Regimiento de Infantería “Inmemorial del Rey” nº 1. Nos unimos al dolor de su familia y compañeros cercanos. Murió, dio su vida por la Patria en el cumplimiento de su misión, y antes de que su cadáver se hubiera enfriado el Ejército de Tierra ya comunicaba por redes sociales que había sido por “causas naturales”. Dicho sea sin ningún ánimo inquisidor, las prisas nunca son buenas, y desgraciadamente nos acordamos de aquella máxima del derecho que reza excusatio non petita accusatio manifesta. Mal augurio.
Enseguida empiezan a conocerse los detalles del asunto, y trasciende que el fallecimiento ocurrió en el transcurso de una jornada de instrucción continuada (para los profanos, esto quiere decir que se empieza a trabajar a la hora de costumbre pero no se finaliza a la hora habitual sino que se siguen realizando actividades hasta el día siguiente sin solución de continuidad, más de 24 horas de servicio).
El borrador del Real Decreto por el que se aprueba el reglamento de ingreso y promoción en las Fuerzas Armadas está terminando su trámite en el Portal de la Transparencia1.
Desde hace meses, tanto públicamente como en el Consejo de Personal, ASFASPRO viene denunciando el desastre profesional que supone para los suboficiales. Esta norma establece unos límites de edad que hacen irrisoria la posibilidad de promocionar a oficial2: sólo un 13% de los suboficiales podrá hacerlo a los Cuerpos Generales y de Infantería de Marina.
Para el próximo pleno del Consejo de Personal, ASFASPRO ha elaborado y presentado las siguientes 14 propuestas.
Por primera vez una asociación profesional de militares participa en el patrocinio de la Carrera del Ebro, dando normalidad a su presencia en la realización de actividades sociales que favorecen el ejercicio de la profesión, la deontología militar y la difusión de la cultura de seguridad y defensa, tal y como recoge la propia Ley de Derechos y Deberes1.
Si bien en la pasada edición no fue posible el patrocinio2, tras el compromiso adquirido por el Mando de Personal del Ejército de Tierra en el Consejo de Personal, este año se ha materializado satisfactoriamente.
El Gobierno ha dejado de estar en funciones, sin embargo, parece que las nuevas excusas para no mejorar las retribuciones o la carrera profesional serán las dificultades para aprobar la Ley de Presupuestos Generales y la fragmentación del Congreso de los Diputados.
ASFASPRO ha puesto sobre el tapete una y otra vez los problemas con las retribuciones y la carrera del militar, viendo como otros colectivos siguen mejorando en ambos aspectos. Las excusas, pasadas y futuras, ya no sirven y es hora de tomar conciencia de que sólo la movilización en la calle puede remover los obstáculos que impiden los progresos.
Desgraciadamente, se ha cumplido nuestro vaticinio, otra Pascua Militar con grandes discursos y solo buenas palabras, con escasas referencias a los problemas reales de los militares. Si aquí se han definido los retos y objetivos de nuestro futuro, lo tenemos claro. Es decir, muy negro.
Agradecemos a la señora Ministra de Defensa la mención en su discurso al papel de las Asociaciones Profesionales, pero a tenor del resto de párrafos de su intervención parece que nos escucha poco. En ASFASPRO llevamos mucho tiempo incidiendo en los grandes problemas de retribuciones y de promoción profesional, que sufren los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas, especialmente los suboficiales, y no se ha dedicado a los mismos ni una sola palabra. Los militares sufrimos una gran desigualdad en nuestras retribuciones respecto a la de otros servidores públicos que si ven reconocido su esfuerzo, como sucede con los miembros de la Guardia Civil, cuyos guardias rasos ven cómo superan el salario de los sargentos y tenientes de las Fuerzas Armadas (con muchos más años de formación y de experiencia).
No se equivoque el lector con la fecha, esto no es una carta a los Reyes Magos. Tampoco la fecha es una casualidad, el día 6 de enero es la Pascua Militar y asistiremos a largos parlamentos en el Palacio Real. Versarán sobre la Defensa Nacional y habrá grandilocuencia, además de halagos a los hombres y mujeres que formamos las Fuerzas Armadas. Lo hemos oído ya todo, y se resume en un “Que buenos que sois, y sobre todo qué baratos, que dais vuestra vida en cumplimiento de la misión a cambio de buenas palabras”.
Habrá quien interprete este escrito como descortesía, como falta de vergüenza, otros incluso creerán que detrás hay falta de espíritu militar o hasta de disciplina. Al contrario, la disciplina y el espíritu militar llevan a describir la realidad cuando ésta no gusta a los oídos, y creemos que la Defensa Nacional y los españoles se merecen una reflexión seria, serena y, por encima de todo, veraz. La triste realidad de nuestras Fuerzas Armadas en este inicio de 2020 es la demostrada incapacidad de la institución para retener el talento, a causa de la falta de una carrera motivadora, de retribuciones dignas y justas, de condiciones de vida y trabajo adecuadas a la realidad social. La respuesta lógica hubiera sido buscar las causas y procurar poner remedio, generando una carrera militar atractiva para todas las categorías militares. En su lugar, el Ministerio de Defensa se dedica a dificultar la salida de sus militares aplicando la máxima “si no quieres arroz, toma dos tazas”.