Las Fuerzas Armadas, además de llevar bolsas de la compra a las señoras mayores -norma de cortesía y buen trato-, levantar supuestos hospitales de campaña, cooperar con la labor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, desinfectar las residencias de nuestros mayores, estaciones de tren, aeropuertos o lo que se ponga por delante; fabricar mascarillas, paracetamol y solución hidroalcohólica, y realizar siempre de buen grado cualquier otra tarea encomendada, tienen como cometido fundamental garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional.
Señor presidente, esto no es superfluo, lo dice el artículo 8 de la Constitución. Quizás ese adjetivo sea el origen de la falta crónica de presupuestos de los Ejércitos tantas veces denunciado por el anterior Jefe de Estado Mayor de la Defensa y otras autoridades.
La señora ministra de Defensa ha dicho en muchas ocasiones que a Defensa no se viene a hacer política, no la hagan. Los militares estamos combatiendo el virus, muy por encima de cualquier debate político, para sorpresa de la alcaldesa que intentó expulsar al Ejército del Salón de la Enseñanza y del vicepresidente del gobierno, que nombró a la tropa en su campaña electoral pero que tras ocupar sillón cayó en la desmemoria. Claro que también tenemos la amenaza de un concejal de Cataluña que pide “abrazar fuerte a los militares y toserles a la cara, quizás así se van y no vuelven más”, asunto sin respuesta del ministerio desde el que no se hace política.
“En tiempo de guerra Dios es recordado y el soldado aclamado, en tiempo de paz Dios es olvidado y el soldado despreciado”.
Clicar en la imagen para ver la intervención
Declaraciones sobre las Fuerzas Armadas del minuto 1:47 al 1:56