Estos días los medios de comunicación se han hecho eco de los datos oficiales de la incidencia de la pandemia en sanitarios, guardias civiles y policías, incluso del número de test practicados a estos colectivos. Es posible saber cómo el virus ha afectado y, por tanto, valorar si los procedimientos y las medidas de protección han sido adecuados y, aún más importante, si son mejorables.
Por el contrario, de los militares -especialmente los que han estado o están en primera línea- se desconocen los datos: fallecidos, infectados, aislados, test realizados. El Ministerio de Defensa no los facilita y tampoco da razón para ello. Tan solo el 2 de abril el JEMAD en su comparecencia diaria admitió que había 230 infectados y 3194 aislados, sin especificar nada más.
El coronavirus ha afectado a todos los órdenes de la vida, también al cultural. Con el fin de evitar los problemas de diversa índole que afectan a los investigadores interesados en presentar sus obras al Premio In Memoriam Mª Manuela (Mané) González-Quirós, el patrocinador ha modificado el plazo de entrega de los originales, ampliándolo hasta el 31 de agosto.
Aquellos compañeros que venían preparando un texto pueden aprovechar estos meses para finalizarlo sin presiones. Ánimo, y a continuar escribiendo la historia de los suboficiales.
La asociación sin ánimo de lucro EMDR-España ha puesto en marcha un programa gratuito de intervención en trauma agudo como un modo de apoyar ante los efectos psicológicos de la pandemia del COVID-19 en aquellas personas que puedan verse emocionalmente afectadas.
No es un programa de intervención en crisis (para eso ya están los programas de los COP, la Cruz Roja y diversas organizaciones). Es una intervención específica sobre trauma agudo debido al COVID-19. Su objetivo fundamental es prevenir la aparición del TEPT (Trastorno de Estrés Postraumático) en las personas que están interviniendo con afectados por esta pandemia o aquellos que están sufriendo sus consecuencias más graves: enfermedad en su forma más severa y pérdidas.
NOTA DE PRENSA
Las asociaciones más representativas de las Fuerzas Armadas ven rota su interlocución con el Ministerio de Defensa ante las graves situaciones surgidas durante esta crisis del COVID-19 y piden diálogo para afrontar los severos problemas que les atañen
Tras más de tres semanas de vigencia del estado de alarma se están abriendo paso en los medios de comunicación aspectos que inicialmente no atraían la atención y ahora van haciéndose un hueco. Uno de ellos es el papel de las Fuerzas Armadas en la resolución de la crisis, cuando son un elemento que normalmente no aparece en la escena pública. Y quizás por este mismo motivo se puede comprobar que se echa mano de mucho tópico en numerosos artículos e intervenciones en los medios de comunicación. El último asunto a colación ha sido la discusión sobre la conveniencia o no de patrullas mixtas de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE) y Fuerzas Armadas (FAS) para realizar labores de seguridad ciudadana.
Los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas han salido de sus cuarteles participando en una operación militar en territorio nacional, la Operación Balmis, y se comportan con la misma profesionalidad, seriedad y humildad con la que vienen realizando las misiones en el exterior, cualidades que ya ha sido reconocidas por nuestros aliados y por las naciones anfitrionas. Desgraciadamente los españoles pueden verlo ahora bien de cerca y ojalá no hubieran tenido que comprobarlo en estas circunstancias. La realidad es que las Fuerzas Armadas están utilizando sus múltiples capacidades en apoyo a las necesidades que la situación plantea: descontaminación/desinfección, instalación de hospitales de campaña, fabricación de medicamentos, transportes de todo tipo, traslado de cadáveres… y también protección de fronteras y vigilancia en las calles. Y aquí parece que se disparan algunas alarmas. De forma injustificada se despiertan viejos fantasmas y se alimentan prejuicios gratuitos con la falta de conocimiento del trabajo diario de nuestros militares: que si patrullas mixtas, que si competencia entre cuerpos y entre ministerios…, que solo enturbian la imagen del conjunto de servidores públicos que están poniendo su esfuerzo y su sacrificio para el bienestar colectivo de la ciudadanía.
Real Decreto-ley 10/2020, de 29 de marzo, por el que se regula un permiso retribuido recuperable para las personas trabajadoras por cuenta ajena que no presten servicios esenciales, con el fin de reducir la movilidad de la población en el contexto de la lucha contra el COVID-19.
En el ámbito del Ministerio de Defensa, la Ministra dictará las instrucciones y resoluciones necesarias para determinar el régimen jurídico aplicable tanto en lo que se refiere al carácter esencial de sus servicios como a la organización concreta de los mismos.
Orden SND/296/2020, de 27 de marzo, por la que se establecen medidas excepcionales para el traslado de cadáveres ante la situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19.
Ciertamente, la situación extraordinaria en la que vivimos nos trae incoherencias involuntarias o provocadas.
Un día el presidente del Gobierno nos dice que ya no nos percibe como un gasto superfluo y, otro, la ministra de Defensa nos agradece la entrega y el esfuerzo.
Un día el Gobierno dice que la situación era impredecible y, otro, se descubre que el Ministerio de Defensa pidió numeroso material médico a la OTAN el 9 de marzo, 5 días antes del Real Decreto por el que se declaró el estado de alarma.
Circular Subsecretario de Defensa
(Clicar en la imagen para ver la información)