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La promoción de los Suboficiales, una carrera de obstáculos

En la sociedad civil, tanto a nivel nacional como internacional, las empresas prefieren la promoción interna a un reclutamiento externo, principalmente por factores relacionados con la motivación. Es evidente que hay que incorporar nuevos recursos humanos pero al mismo tiempo aprovechar la formación y la experiencia de los que ya forman parte de las mismas. No se trata de regalar nada sino de premiar el mérito, la capacidad y el esfuerzo personal para adquirir determinados conocimientos, normalmente sin coste alguno para la empresa. Este ahorro de costes se ve reforzado porque el trabajador promocionado aporta experiencia y un conocimiento mayor de las normas y procedimientos, por lo que no requiere un período transitorio de adaptación.

Si aplicásemos esta filosofía a los componentes de las Fuerzas Armadas, habría que valorar lo que aportan en el momento en el que desea efectuar la promoción para cambio de escala: formación militar previa; cursos de especialización; tiempo de servicio en las diferentes unidades; conocimiento y manejo del armamento y material; alto nivel de adiestramiento adquirido en ejercicios tácticos o en zona de operaciones; conocimiento de idiomas o titulaciones universitarias y de formación profesional, etc.

Sin embargo, para el Ministerio de Defensa el bagaje profesional de un suboficial deja de existir cuando éste trata de efectuar la promoción a la Escala de Oficiales, dejándolo equivalente al de cualquier civil que pone un pie por primera vez en una academia militar. Debido a ello, la oferta de promoción es poco atractiva por los numerosos límites impuestos: inexistencia de cursos preparatorios para las pruebas de acceso; no se reconocen muchas titulaciones de licenciado, diplomado o ingeniero técnico; límites de edad demasiado bajos e injustificados, en algunos casos; nulo reconocimiento de la experiencia, preparación técnica o trayectoria profesional y por tanto, tiempos de formación excesivamente largos y desconsideración en las respectivas academias; ausencia de un deflactor por edad en las pruebas físicas para superar los planes de estudios, etc. Todos estos factores hacen que nos enfrentemos a una verdadera carrera de obstáculos, que prácticamente anula las legítimas expectativas de promoción de los suboficiales.

La realidad es absurda y contraria a toda lógica. Un licenciado en psicología que a su vez es suboficial de las Fuerzas Armadas, no puede trabajar como orientador en un centro de selección de tropa profesional. Su conocimiento de las distintas unidades tras haber servido en ellas como tropa y suboficial no le valen absolutamente para nada; tampoco el ser licenciado o doctorado en psicología. Podríamos describir otras situaciones parecidas que viven suboficiales que son licenciados o graduados en otras ramas del conocimiento, pero la conclusión a la que llegamos es siempre la misma: si quieren ejercerlas dentro de las Fuerzas Armadas, solo les queda la opción de promocionar a las Escalas de Oficiales. Curiosamente, sus compañeros de facultad sí que pueden desarrollar su profesión en cualquiera de esos centros, como militares de complemento o como reservistas voluntarios. ¿Podemos llamarle a esto igualdad de oportunidades o estamos entonces ante una mala administración de los recursos humanos?

Una vez que el suboficial decide presentarse por promoción con titulación universitaria a los Cuerpos Generales y la supera, se encuentra con el primer obstáculo: tiene que permanecer dos años en un centro de formación. ¿Por qué? Si ya aporta una amplia formación militar previa y un título de ingeniero o licenciado, ¿no es suficiente un año de especialización para alcanzar el empleo de teniente? Es más, el que obtuviese el empleo de capitán tampoco resultaría una idea descabellada, pues así viene sucediendo en algunos ejércitos occidentales de referencia.

Los militares no somos funcionarios al uso. Es algo obvio pero que en las circunstancias actuales conviene recordar. Nuestros principales cometidos son el combate y el apoyo al combate, siendo la administrativa una tarea necesaria desarrollada indistintamente por personal militar o civil. Para el primero y sólo en puestos muy específicos y determinados, los factores “edad” y “condición psicofísica” son fundamentales, además de la preparación militar y técnica. Por otro lado, dentro de las tareas de apoyo y administración (la implantación de una nueva especialidad en la Escala de Oficiales, con estos cometidos, debería ser considerada), hay un sinfín de puestos de trabajo en los cuales la experiencia profesional, la especialización y por tanto, la posesión de determinadas titulaciones en diversas ramas del conocimiento, pasan a ser más importantes a la hora de diseñar el perfil de los candidatos para ocuparlos. Es en estos últimos donde los militares que promocionan con cierta edad, ya sean suboficiales o tropa, pueden ofrecer un mayor rendimiento, con el consiguiente beneficio para las Fuerzas Armadas.

Por este y otros motivos, no acabamos de entender la Orden DEF/1078/2012, de 21 de mayo, que modifica las pruebas físicas y marcas a alcanzar en los procesos de selección para el ingreso en los centros docentes militares de formación y para la superación de los planes de estudios de la enseñanza de formación. En el ingreso por promoción no se aplica ningún coeficiente corrector o deflactor por edad, dificultando la superación tanto de las pruebas de ingreso como de los planes de estudio en vigor. Este extremo adquiere especial relevancia si tenemos en cuenta la exención del límite de edad hasta el año 2018, que para los suboficiales establece el Real Decreto 1141/2012, de 27 de julio, que modifica el Real Decreto 35/2010, de 15 de enero, por el que se aprueba el Reglamento de ingreso y promoción y de ordenación de la enseñanza de formación en las Fuerzas Armadas.

Nuestra asociación, siempre con espíritu constructivo y buscando el interés general, plantea sugerencias de modificación de determinada normativa porque creemos firmemente que hay que dotar, tanto a los militares profesionales como al personal civil que esté pensando en ingresar en las Fuerzas Armadas, de un marco legislativo adecuado y con plena seguridad jurídica. Los últimos cambios legislativos, producto de la Ley 39/2007 de la carrera militar, han supuesto, para los suboficiales, un alto grado de desmoralización y afectado gravemente a sus trayectorias profesionales. Por tanto, es necesario y urgente aprovechar la próxima puesta en marcha de la Subcomisión de Reforma del régimen transitorio de la Ley de la Carrera Militar en el seno de la Comisión de Defensa, para intentar conseguir –y ya no valen excusas– ese marco legislativo del que estamos hablando, sin olvidarnos de la también necesaria actuación del Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas.

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