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CARRERA Y RETRIBUCIONES DIGNAS. MANIFIESTO CONCENTRACIÓN 12 DE DICIEMBRE DE 2020

Ciudadanos, ciudadanas, amigos, compañeros de la familia militar, buenos días y gracias por acompañarnos.

Estamos hoy en la calle sin nuestros uniformes, y hemos cambiado las armas por la pancarta, para reivindicar dignidad profesional.

Estamos hoy aquí, con mascarilla y guardando la distancia de seguridad porque nuestra situación profesional es tan grave que no podemos quedarnos en casa aún en plena crisis sanitaria.

Estamos hoy aquí por dignidad profesional, porque el respeto que merece nuestro uniforme exige que se valore de forma adecuada la profesión castrense, nuestra formación, nuestra experiencia, nuestro desempeño profesional, nuestro sacrificio, nuestras capacidades demostradas por activa y por pasiva a lo largo de la crisis del COVID-19… porque cada vez que sucede una catástrofe, del tipo que sea, los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas somos el último recurso del Estado y damos un paso al frente sin dudar: incendios, nevadas, inundaciones, terremotos, etc. Al final, siempre estamos ahí los militares.

Como en cualquier colectivo profesional, la formación, la experiencia, la disponibilidad… deben valorarse, y esta valoración debe incluir también algo que no tenemos, unas retribuciones justas y dignas. Estamos hartos de que se nos gratifique solamente con elogios y buenas palabras. Eso no es más que un abuso y una falta de respeto. Un abuso porque se aprovechan de que la disciplina militar hace que cuando trabajamos ni pidamos ni rehusemos. Una falta de respeto porque consideran que ni nuestra callada labor ni nosotros valemos nada. No somos impagables, solamente somos personal mal pagado. Muy mal pagado.

Hace quince años, simbolizados por 15 de los asistentes [con chaleco amarillo], a quienes acompañamos los demás, los militares en activo tuvimos nuestra última reforma retributiva, la del ministro José Bono, necesaria porque en palabra del mismo, no era justo que un brigada con 21 años de servicio cobrara menos que un mosso d’esquadra acabado de salir. Hoy estamos peor, mucho peor. Cualquier guardia civil o policía recién egresado de su centro de formación tras un solo curso de nueve meses tiene una nómina superior a la de un teniente de las Fuerzas Armadas o cualquier suboficial con más de treinta años de servicio, y dobla lo que gana un soldado. Esta situación debe reconducirse.

Es el momento de hacerlo. No podemos ser convertidos en los parias de la sociedad, justamente a quienes se nos exige dar la vida en su defensa, y esto no es un recurso literario.

No caben más excusas en la falta de reconocimiento a nuestra profesionalidad y a nuestra formación. El único ámbito educativo en el que a los alumnos se les niega gran parte de la formación cursada es el militar: en ninguna otra rama de la enseñanza superior cabe lo que sucede con nuestros suboficiales, a quienes de las más de 4000 horas de formación sólo se les reconocen 2000, menos de la mitad.

No tiene explicación que la promoción interna haya desaparecido en la práctica para los suboficiales, convirtiendo en papel mojado lo dispuesto en el art. 35 de la Constitución, sin que se les reconozca ni la formación ni la experiencia previas para ser oficiales.

Estamos hoy aquí para proclamar alto y claro que los militares necesitamos con urgencia ver en nuestras nóminas de cada mes el reconocimiento a nuestra profesión. Porque nuestras retribuciones, las peores de la Administración, llevan años en una situación grave, como ya definió la Comisión de Defensa del Congreso a principios de 2018. Han pasado casi tres años desde entonces y estamos peor.

La militar es la única profesión en la que para progresar el personal se plantea descender de categoría profesional. Ningún médico pretende convertirse en celador de hospital, pero los suboficiales de las Fuerzas Armadas están opositando para quitarse los galones y convertirse en guardia civil (con mucho menos tiempo de formación y categoría profesional más baja) para tener la nómina adecuada que merece su familia. Sencillamente absurdo.

Va siendo hora de que el pago a nuestra formación, a nuestro esfuerzo y a nuestro sacrificio y al de nuestras familias deje de ser vanas palabras que se lleva el viento. La militar es una profesión tan digna como cualquiera, y no aceptamos como medio de pago ni espíritu militar, que nos sobra, ni medallas que no sirven para nada, y que resultan ser una versión actualizada del clásico timo de la estampita.

Reclamamos lo que corresponde a todo profesional:

UNA CARRERA Y UNAS RETRIBUCIONES DIGNAS.

 

Manifiesto concentraciones 12 diciembre 2020 ASFASPRO

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