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Locos por las tabletas

ElMundo.es (01/12/2012)

Dos oficiales consultan internet a través de su teléfono móvil en el puesto de mando del campamento militar de Moqur, en el noroeste de Afganistán. Otro, el comandante David Cuesta, se pasea por todas partes con su tableta informática, y no para de cantar las maravillas de ese artilugio. "Es que aquí puedes meter de todo: mapas militares, fotos satélites, datos cartográficos... Hasta los lugares donde la insurgencia ha puesto artefactos explosivos en el pasado", justifica. "Sirve para ganar en seguridad. ¡Es fantástico!", insiste.

La Brigada de Infantería Ligera Aeorotransportable (Brilat), que ahora se encuentra destinada en la provincia afgana de Badghis, ha hecho una fuerte apuesta por las nuevas tecnologías, que llaman la atención aún más en un país como Afganistán, donde el Ejército nacional a duras penas tiene radios para comunicarse y lo hace con teléfono móvil. Eso cuando hay cobertura, que no es siempre. Y la población local difícilmente dispone de electricidad. En la provincia de Badghis sólo hay suministro eléctrico en la capital, Qala-e-now, y sólo durante cuatro horas al día.

"Nuestro General quería que cada jefe de sección tuviera una tableta", comenta el comandante Cuesta. Aunque al final, según parece, no pudo ser así. El presupuesto no daba para tanto. A pesar de ello, las nuevas tecnologías saltan a la vista en la Brilat. "Nosotros fuimos la primera unidad que tuvo una aplicación específica en el Apple Store", presume Cuesta, mientras la muestra con orgullo. La aplicación incluye el historial, las distinciones, el himno y el decálogo de la Brilat, entre otros apartados.

En el puesto avanzado de combate de Moqur, es fácil ver a militares con una maquinita dándole a la pantalla con los dedos. Hay conexión inalámbrica a internet en algunos puntos de la base. E incluso el páter de la brigada, David Sevilla, también se ha subido al carro de las nuevas tecnologías y hace la misa con una tableta. "La empecé a utilizar después de que en unas maniobras en Zaragoza lloviera tanto que mis libros quedaron destrozaditos. Entonces me metí en internet para al menos buscar el misal, y empecé a encontrar todo tipo de aplicaciones", explica.

"El Señor esté con vosotros...", recita el páter mientras da con los dedos a la pantalla de su tableta, que apoya en un banco durante el servicio religioso en el campamento de Moqur. La misa se celebra en una simple tienda de campaña, y asisten pocos: una quincena de personas. "Al principio la gente se extrañaba cuando me veía con la tableta en misa", reconoce Sevilla, "pero ahora ya se han acostumbrado". De hecho, el páter incluso la utiliza para hacer sonar las campanadas, a falta de unas de verdad. "Yo soy hijo de mi tiempo y, por lo tanto, es normal que aplique las nuevas tecnologías a mi trabajo diario", comenta, como si fuera la cosa más normal del mundo. Sevilla forma parte de la nueva hornada de capellanes castrenses, que acaban de salir del seminario. Se ordenó hace tan sólo dieciocho meses, y tiene 29 años.

Aún así el páter afirma que las nuevas tecnologías no lo son todo. Por ejemplo, explica que los soldados se vuelven locos por tener un "detente bala", una estampita pequeña en forma de huevo con la imagen de la Santa Inmaculada, patrona de la Brilat, y una inscripción que dice: "Detente, el Corazón de Jesús está conmigo". Los militares siempre llevan la estampita encima, con la fe de que eso les servirá para regresar a casa sanos y salvos.

"Ya he repartido mil doscientas estampitas, y el otro día el teniente que resultó herido, lo primero que me dijo cuando me vio fue: 'Pater, ¡el detente ha funcionado!'", explica Sevilla, en referencia al oficial que sufrió una herida en un brazo en Moqur, después de que un soldado afgano abriera fuego a quemarropa contra diversos militares españoles. Y eso que la estampita es un simple trozo de cartulina plastificada.