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La defensa de la tierra desde el aire

 04/08/2014 - Expansion.com -

Viajar en un Chinook es una experiencia increíble. El ruido que hace este helicóptero es ensordecedor, su tamaño –mide más de 30 metros de largo– impone, pero lo que le hace imprescindible para el Ejército español es su contundencia, movilidad y versatilidad. Este aparato fabricado por Boeing es, sin duda, el mejor ejemplo de la capacidad de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra. Se le distingue por sus dos rotores en tándem y alcanza una velocidad máxima de 315 kilómetros a la hora, a pesar de poder cargar 12.700 kilos y de despegar con un peso total de 22.680 kilos.

Además, es el único que puede aterrizar en situaciones de riesgo como tormentas de arena o acercarse tanto a tierra en pleno vuelo que ésta casi puede tocarse con los dedos. Por eso, ha sido el protagonista absoluto de la misión que el Ejército español ha desarrollado durante diez años en Afganistán. "No hay un helicóptero igual", afirma Juan Carlos González Díez, coronel de Artillería y segundo jefe de las Fuerzas Aeromóviles, cuya base principal es la Coronel Maté de Colmenar Viejo (Madrid).

Este helicóptero es sólo un ejemplo de la capacidad defensiva de nuestro país y es que, aunque todos los medios aéreos del Ejército de Tierra son herramientas de combate y han participado en distintas zonas de conflicto, su principal misión es el transporte de personas, armamento o alimentos. "Este tipo de helicópteros, igual que el resto de la unidad, participan en operaciones militares de todo tipo, pero el armamento que llevan es de autodefensa. Mucha de nuestra labor en Afganistán ha sido llevar alimentos o medicamentos a zonas que estaban en medio del conflicto", explica González Díez.

Además de la base de Colmenar Viejo, las Fuerzas Aeromóviles están presentes en Agoncillo (La Rioja), Bétera (Valencia), El Copero (Sevilla), Almagro (Ciudad Real), LosRodeos (Tenerife) y el destacamento permanente de Melilla. Las operaciones en las que han participado desde que se fundaron en 1966 han sido de apoyo a la paz. Desde 1991, esta unidad no ha parado y ha estado presente en Irak, Bosnia, Kosovo, Albania, Líbano, Mozambique, Afganistán y Kirguistán. "Es la primera vez que no estamos en una misión desde hace más de veinte años y nos sentimos raros", reconoce el coronel, que confía en que pronto sea requerida para una misión. Mientras tanto, el personal se mantiene en plena forma. «El periodo de entrenamiento antes de una misión dura alrededor de seis meses. Nuestra obligación es tener gente entrenada para nuevas misiones y para dar relevos. Como unidad, tienes que estar en la misión todo el año, pero la gente tiene que descansar y volver a casa. Eso exigen mucha organización porque lo normal es que vaya un destacamento seis meses y vuelva a casa un año completo».

Simulador

"Es el único del mundo con tanta capacidad", repite en diferentes ocasiones el coronel González Díez sobre el simulador de vuelo propiedad del Ejército de Tierra y que utilizan habitualmente sus Fuerzas Aeromóviles. "La tripulación tiene que hacer entre 150 y 160 horas de vuelo al año. Muchas de éstas se llevan a cabo en un simulador que es un ejemplo de lo que puede conseguir la colaboración público - privada", afirma el coronel. El centro de simulación lo explota el Ejército toda la mañana, hasta las 15:00 horas. Por la tarde, lo utiliza Indra, que fue la empresa que lo construyó, y se lo alquila a distintas empresas y ejércitos de otros países para rentabilizar la inversión. "La propiedad es del Ejército, pero no costó nada a cambio de cederle horas a Indra, que también se encarga de las labores de mantenimiento y actualización del software. Si no hubiéramos aplicado esta fórmula, el Ejército tendría que gastar un millón de euros al año en mantenimiento".

Pero el coronel tiene claro que no todo se puede hacer por ordenador y que los pilotos necesitan horas de vuelo real. Por eso, es importante encontrar "el término medio entre el ahorro de costes y la preparación. Cuanto más modernos son los helicópteros, más horas de simulador permiten". Además, el simulador de la base Coronel Maté de Madrid, donde también están el cuartel general, el Estado Mayor y seis batallones (uno por cada modelo de helicóptero), está unido a otro que hay en Almagro. Los equipos no tienen que trasladarse a la capital a desarrollar su formación, algo que también está pensado para ahorrar costes y que no puede hacer ningún ejército del mundo porque no disponen de esta tecnología.

Por ejemplo, una hora de vuelo real en un HA-28 Tigre tiene un coste de 15.000 euros. En el simulador, la factura se reduce a mil euros. El margen de ahorro anual sería de 25 millones de euros.

Personal

La presencia de helicópteros en cualquier misión es fundamental, de ahí que sea una de las unidades más solicitadas y que siempre haya problemas de personal. Un total de 1.543 personas (incluyendo 198 pilotos, 233 mecánicos y 26 controladores aéreos) trabajan en las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra, de los que 183 son oficiales y 483 son suboficiales. En cada vuelo siempre viajan dos pilotos, y en algunas ocasiones un mecánico. Tras pasar por la Academia del Ejército del Tierra, tienen que hacer un curso de piloto de helicóptero y después especializarse en un aparato. Los vuelos de instrucción se hacen en un EC135, fabricado por Airbus en Albacete. Este aparato es capaz de despegar con un peso máximo 2.900 kilos y transportar una carga de 1. 455 kilos. El vuelo en él es una experiencia irrepetible que permite ver las dimensiones de pueblos, embalses o iglesias a 3.000 metros de altura.

El mando de la unidad se compone de un general, al que le sigue el coronel González Díez. El Estado Mayor actúa como un consejo de administración que no manda, pero que da consejos al mando y que propone líneas de acción. La mentalidad de esta unidad se resume en su lema: sicut in coelo et in terra–tanto en el cielo como en la tierra–. "Somos unidades aéreas, pero la vocación es terrestre, de apoyo al Ejército de Tierra".

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