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Guerras sin fronteras

05/04/2014 - Estrella Digital -

Cualquier conflicto grave tiene hoy un componente de ciberdefensa, las Fuerzas Armadas lo conocen y están tratando de forma acelerada de coger el paso. Para ello han tendido redes hacia el mundo civil, la Universidad, la empresa. Defensa sale de su burbuja porque el conocimiento está disperso y tiene mucho que aprender del ámbito civil. El ciberespacio se ha convertido en la cuarta dimensión de la guerra y, lo más importante, y a diferencia de las otras tres –tierra, mar y aire/espacio-, la ciberdefensa será escenario seguro del próximo enfrentamiento.

En la primera semana de abril, el Mando Conjunto de Ciberdefensa, el organismo de creación más reciente dentro de las Fuerzas Armadas, ha convocado en Madrid durante cuatro días a todos los agentes implicados en la ciberseguridad: por allí han pasado los tres ejércitos, el CNI (Centro Criptológico Nacional), el Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas, el Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación (Ministerio de Industria), el Centro Nacional de Protección de Infraestructuras Críticas (Interior), la Guardia Civil, universidades, empresas públicas y privadas.

El responsable del nuevo Mando, el general Carlos Gómez, avisa de que“cualquier sistema de información es susceptible de ser ciberatacado”.

Existen ejemplos en Serbia 1999, Irak 2003, Estonia 2007, Afganistán durante una década, Georgia 2008, Israel con sus vecinos y con Irán, Ucrania 2014 más, en cualquier momento y lugar, ciberespionaje. Todo conflicto ya es global, por el alcance de los medios de comunicación y redes sociales, y por los instrumentos de ataque y defensa, cada vez más dependientes del ciberespacio.

España se sitúa en un tercer nivel internacional en cuestiones de ciberdefensa

La importancia para las Fuerzas Armadas procede de que “dependen de las tecnologías de la información y la comunicación –TIC- para comunicarse, ejercer el mando y control de las operaciones, obtener y distribuir información e inteligencia, realizar labores de vigilancia, reconocimiento o adquisición de objetivos o coordinar los fuegos, con lo que las TIC actúan como multiplicador de la fuerza y optimizan la concepción, planificación y ejecución de las operaciones, pudiendo condicionar el desarrollo y resultado de una contienda”, resume el think tank Thiber,especializado en estos temas.

España se sitúa en un tercer nivel internacional en cuestiones de ciberdefensa, con aquellos países que se hallan en proceso de definición de sus sistemas nacionales de ciberseguridad. El general Gómez, en símil futbolístico, dice que jugamos en la UEFA, no en laChampions. El ministro de Defensa declaró en la inauguración de estas jornadas que “estamos bastante en mantillas” en protección frente a ciberamenazas, que este ciberespacio “puede ser objeto de una de las agresiones más brutales que puede recibir una sociedad” y que un ataque de envergadura que provocara la caída de importantes redes o infraestructuras críticas “no nos devolvería a los años 80, sino a principios del siglo pasado”.

Siguiendo el análisis de Thiber, en una segunda posición internacional se sitúan aquellos países que se encuentran en un proceso formal de construcción de sus sistemas nacionales de ciberseguridad y ciberdefensa. Este grupo estaría formado por países como Australia, Francia e Irán. A la cabeza se sitúan los que disponen de un sistema operativo, formalmente definido y en continúo proceso de evaluación, revisión y mejora, como EE.UU., Rusia, China e Israel.

La ciberdefensa centra por tanto el interés actual del Ministerio de Defensa, que en tan solo un año ha creado y echado a andar el nuevo Mando militar conjunto con una celeridad desconocida, y parece ser además uno de los escasos ámbitos donde está en estos momentos en disposición de invertir.

La ciberdefensa provoca un reto tecnológico e industrial, otro de organización y un tercer desafío de carácter legal

Pedro Morenés lanzó en el marco de estas jornadas un mensaje al sector empresarial en un campo donde “la tecnología es lo que marca la diferencia”, y ofreció a la empresa tecnológica el apoyo público –se entiende que económico- para desarrollar nuevas capacidades industriales, “nuestros propios mecanismos de ciberseguridad”.

Además de un nuevo mando conjunto y apoyo empresarial, el avance de la ciberdefensa depende también de actuaciones en cada uno de los ejércitos. Los representantes de Tierra, Aire y la Armada que intervinieron en el seminario situaron su trabajo como una evolución del que vienen desarrollando desde hace años en protección de sistemas de información, y reclamaron formación especializada, procedimientos y algún tipo de medida sobre la propia organización de la carrera militar, con continuos cambios de destino incompatibles con  la alta especialización profesional y técnica que requiere la ciberdefensa. Relacionado con lo anterior se situaría, no explicitado por ningún ponente militar, el mayor peso que aún hoy tiene para ascender en la carrera el mando de una unidad sobre cualquier otro destino.

La ciberdefensa, por tanto, provoca un reto tecnológico e industrial, otro de organización del propio Ministerio de Defensa y de las Fuerzas Armadas, y un tercer desafío de carácter legal.

El coronel Roberto Villanueva señaló a los asistentes a las jornadas que la ciberdefensa ya se ha incorporado al planeamiento de las operaciones como una capacidad militar más. Tras su intervención se deduce que las crisis actuales y a futuro no se circunscriben a un escenario concreto y localizado, sino que vía redes de información y telecomunicaciones se pueden extender a cualquier lugar del mundo. El coronel explicó que los indicadores y alertas se pueden materializar a miles de kilómetros de una crisis, y también la respuesta operativa, lo que tiene “implicaciones legales” aún no definidas en el ciberespacio.

En la orden ministerial de febrero de 2013 por la que se crea el Mando Conjunto de Ciberdefensa de las Fuerzas Armadas se concretan sus cometidos, y entre ellos destaca especialmente el encargo de “ejercer la respuesta oportuna, legítima y proporcionada en el ciberespacio ante amenazas o agresiones que puedan afectar a la Defensa Nacional”.

El ámbito natural de actuación de las Fuerzas Armadas se localiza hoy en el exterior

Este Mando tiene por tanto lafacultad legal, prácticamente en exclusividad, de ataque en el ciberespacio. El ámbito natural de actuación de las Fuerzas Armadas se localiza hoy en el exterior, en el marco de operaciones amparadas por organizaciones internacionales como Naciones Unidas, la OTAN o la Unión Europea, que establecen el mandato, limitan el uso de la fuerza y fijan las reglas de enfrentamiento en cada operación.

Se puede dar la circunstancia entonces de que la participación militar española en una operación internacional en el centro de África plantee actuaciones en el marco de la ciberdefensa sobre ese territorio pero también sobre servidores informáticos de Estados Unidos, redes de comunicación chinas o un cable de fibra óptica en el Mar Rojo, escenarios distantes del despliegue físico de las tropas y por tanto al margen de la legalidad que regula su actuación.

El Estado nación es la base de las relaciones internacionales. La tecnología ha pulverizado el escenario. En los últimos conflictos se utilizan sistemas aéreos controlados en remoto que no entienden de soberanías, en Crimea aparecen militares sin ejército ni insignias, el ciberespacio tiene difícil sino imposible regulación.

Parecen necesarias nuevas bases legales bien sólidas para tapar las goteras y regular la intervención militar en los conflictos de estos tiempos que los sociólogos califican como líquidos. De no hacerlo, la legitimidad de las operaciones militares internacionales, donde se había avanzado en la última década tras la grave crisis que provocó la invasión de Irak, puede volver a ponerse en cuestión.