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REFORMA MILITAR, A QUÉ RESPONDE

28/01/2014 - elblogdepitarch -

Cuando en 1902 don Joaquín Sánchez de Toca Calvo, ministro de marina en el gobierno de don Francisco Silvela, presentó el primer plan naval del siglo XX seguramente estaba convencido de su bondad y viabilidad. Cuando decidió clausurar el arsenal de La Carraca quizás imaginase también que había marcado el buen camino para la transformación de la Marina. Vanas ilusiones. El Plan fracasó estrepitosamente por la combinación maléfica de la retranca interna de la propia Marina, junto con la hostilidad del ministro de hacienda de turno, Raimundo Fernández-Villaverde. Y de La Carraca qué quieren que les diga. Ahí sigue el arsenal impertérrito más de un siglo después. Este episodio histórico que abre el post se podría extrapolar a la deriva adelante-atrás —Julio el telegrafista diría “mete-saca”— que ha caracterizado el manejo político de las Fuerzas Armadas españolas en el siglo XX. Y que, obviamente, continúa en el presente. 

 
Lo cierto es que el insustancial discurso del ministro de defensa, Sr. Morenés, en la pasada Pascua Militar, en el marco de una defensa nacional cada vez más tambaleante, demandaba mover pronto alguna ficha para dar sensación de actividad. Corría prisa ya. Estamos en un año electoral atenuado (elecciones europeas). Pero también en el umbral de 2015, año electoral pleno. Y lo que no se haya hecho hasta ahora tiene, en su caso, corto recorrido. En este marco puede entenderse la presentación/rueda de prensa del Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) hoy, anunciando una supuesta reforma militar. Si esto se hubiera hecho hace año y medio —a renglón seguido de la elaboración de la “Visión” 2025—, la cosa hubiera tenido mayor credibilidad y probabilidad de prosperar. Al menos sobre el papel, porque lo que ha expuesto el JEMAD no creo que haya contado con el beneplácito previo del Fernández-Villaverde de nuestros días, el ministro de hacienda, Sr. Montoro, que es quien tiene la llave de la caja fuerte. Y sin esa llave no hay más que buenos deseos. Por eso, quizás, quien ha salido a la palestra no ha sido el político, el ministro, sino el militar, el almirante general JEMAD, para disfrazar la reorganización de las FAS —proceso de indudable y profundo significado político—, como mero “Proceso de Transformación de la Fuerza”. ¡Qué cosas, Señor! Siempre bailando con la más fea. 
 
De lo leído y oído en los medios sobre la presentación del JEMAD, no se saca mucho en claro. En la red algunos periodistas no acaban nunca de entrar en el fondo de las cuestiones del mundo de la defensa. Y más que informar a veces lían la cosa. Pero como esto que ahora estoy tratando de analizar tiene el carácter de urgencia, entre lo que yo ahora pueda decir y lo que con seguridad se aportará en el debate de este post, algo más se aclarará. Por mor de la oportunidad y la urgencia, y moviéndonos siempre en el campo de los proyectos, mis observaciones, a modo de decálogo, intentarán ser muy concretas: 
 
Una. La “movida” afecta principalmente a la estructura y competencias del Estado Mayor de la Defensa (EMAD)/Mando de Operaciones y al Ejército de Tierra. En la Armada y el Ejército del Aire no pasará mucho más allá de la cosmética. 
 
Dos. En el EMAD, la idea es potenciar a tope el Mando de Operaciones. Se incrementaría entre 350 y 400 personas. Se trasladará a Retamares (donde estaba el cuartel general de la estructura de mandos de la OTAN recientemente finiquitado). Allí se constituirán también el Mando de Ciberdefensa, el Centro de Inteligencia de las FAS (CIFAS) y el Mando Conjunto de Operaciones Especiales. Por otra parte, el Mando de Vigilancia y Seguridad Marítima y el Mando de Defensa de Operaciones Aéreas, pasarían bajo control operativo permanente del Mando de Operaciones. En este escenario, todas las misiones operativas, permanentes o de contingencia serían responsabilidad del JEMAD. 
 
Tres. Las unidades no van a moverse de donde están. Cambiarán, en todo caso, los lazos orgánicos para nutrir esa polivalencia que ahora parece ha de ser el ungüento mágico de la nueva operatividad del Ejército de Tierra. Y así se asignarán unidades pesadas a las brigadas ligeras y unidades ligeras a las brigadas mecanizadas/acorazada. Deliberadamente no entro en el detalle de lo que se suprime, porque espero que los lectores debatan este punto que siempre tiene bastante morbo “periodístico”. En todo caso, me temo que esa mezcolanza complicará extraordinariamente el planeamiento y la gestión de la instrucción y el mantenimiento, además de afectar negativamente al espíritu específico de determinadas brigadas; la Paracaidista por ejemplo. Por razones obvias, mi consejo sería que, en ningún caso, se redujera o desapareciera el nivel de cuartel general de brigada que ahora existe en Vitoria. 
 
Cuatro. Se suprimirán dos cuarteles generales de brigada para quedarse en siete en la península más la brigada de Canarias (más los cuarteles generales de Ceuta y Melilla). Los cuarteles generales de fuerzas pesadas o de fuerzas ligeras pasarían a organizarse y dotarse como cuarteles generales de división proyectables. 
 
Cinco. En cuanto a los volúmenes de Fuerza, salvo error u omisión, los números que yo entiendo se concretan en esta distribución de efectivos: 
- 15.000 para el núcleo de la Fuerza Conjunta (10.000 para misiones conjunto-combinadas y contingencia, y 5.000 para misiones “nacionales” en el exterior).
- 12.000 para cumplir las misiones permanentes. 
- 40.000 como inventario para posibilitar que los primeros 15.000 puedan rotar semestralmente. 
- Resto, 53.000, para apoyo a la fuerza, enseñanza y “todo lo demás”. 
 
Seis. La reducción de efectivos desde los anteriores hasta los 110.000 que recientemente establecía como objetivo el ministro de defensa ha de hacerse forzosamente sobre los 53.000 del “apoyo a la fuerza”. 
 
Siete. La constitución y potenciación de un Mando Conjunto de Operaciones Especiales, dentro del Mando de Operaciones en Retamares, de la que se hablaba en el punto dos, parece indicar una intención de constituir un cuartel general de mando componente (proyectable) de operaciones especiales. Si el JEMAD además del nivel operacional entrase en el táctico, haría redundantes los mandos de operaciones especiales de Ejército/Armada. 
 
Ocho. ¿Qué pasa con los otros mandos de la Fuerza del ET (Artillería, Ingenieros, Transmisiones, etc)? ¿Quedarían como están? 
 
Nueve. Todo lo anterior no es gratis. Si los gastos de personal se comen el 77% del presupuesto de Defensa, incluso pasando a la reserva de un día para otro (¡qué barbaridad solo mencionarlo!) los miles de cuadros que se quiera, éstos quedarían colgando del presupuesto de Defensa hasta la jubilación por el régimen general. En consecuencia, sin un incremento sustancial de tal presupuesto prácticamente nada de lo anterior será realizable. O es que, por ejemplo, ¿se van a cargar al “228” (crédito ampliable con cargo al fondo de contingencia) la instrucción y gastos corrientes de la Fuerza Conjunta, incluso en ausencia de operación concreta a ejecutar? 
 
Diez. Más allá del propósito político de dar sensación de movimiento, que al principio se anunciaba, resulta difícil entender a qué responde esta nueva supuesta transformación. ¿A adecuar la orgánica/estructura de las FAS a los nuevos riesgos/amenazas del presente? ¿Dónde está el planeamiento para ello? ¿A mejorar el funcionamiento interno de las FAS? ¿A reducir el gasto de defensa? ¿A incrementar la eficacia operativa? La verdad es que no encuentro que nada de eso justifique lo que ahora se anuncia. Lo único cierto es que las FAS españolas tienen un nivel de operatividad deplorable, y que con esta nueva supuesta trasformación no van a salir de ese pozo en muchísimos años. Cualquier mejora pasa inexorablemente por la Caja. Sin eso, lo demás son pamplinas Sr. Ministro. 
 
Como síntesis de este apresurado análisis de urgencia, me viene a la mente un párrafo de un post bastante anterior (http://elblogdepitarch.blogspot.com.es/2012/12/transformarlos-muebles.html): “El instinto de supervivencia manda. Lo urgente parece ser levantar barricadas y planear cómo salvar o transformar los muebles. Es conservar en los respectivos inventarios las capacidades que se tenían hasta hace poco. Saben, en definitiva, que lo que se recorte ahora por mor de la crisis, no se recuperará cuando salgamos de ella”.
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