Ha sido el resultado de que durante el proceso de elaboración de esas leyes no tuviéramos ni voz ni voto. No es admisible que valores militares como la disciplina, el compañerismo, el sacrificio… jugaran en contra nuestra manteniéndonos mudos e inmóviles. No es de justicia ni es así como hay que entender los valores castrenses. Estos valores, con los que comulgamos plenamente en ASFASPRO, no solo son compatibles sino que exigen un respeto por un personal que ha jurado dar hasta la última gota de su sangre en cumplimiento de su deber. Y ese respeto incluye también la necesaria dignidad en sus condiciones laborales, una legítima compensación a sus esfuerzos en el desempeño de su trabajo, el reconocimiento de su formación y el debido reconocimiento social.
En ASFASPRO consideramos que hay que avanzar en el camino para conseguir que el personal militar disfrute de unas condiciones de trabajo homologables a las de colectivos asimilables. Y esto conlleva desde la compensación de los excesos horarios –que creíamos había comenzado en las FAS-, un sistema de conciliación familiar sin cortapisas, la homologación de la enseñanza de perfeccionamiento recibida a lo largo de la carrera o la equiparación de niveles retributivos, en los que los militares siempre salimos perdiendo (como ejemplo, un guardia civil egresado tras unos pocos meses de formación cobra más que un sargento de las FAS que ha cursado 3 años o lo incomprensible de la disminución de haberes a los 63 años en situación de reserva, aspecto sobre el que hubo un acuerdo en este Consejo que duerme el sueño de los justos).
Es de capital importancia potenciar y desarrollar la Ley de Derechos y Deberes del personal militar, entre otros aspectos convirtiendo el Consejo de Personal en un órgano más participativo y con mayor peso, llegando hasta el final en los acuerdos que en él se tomen y que no se los lleve el viento.
La Ley de la carrera militar –promulgada cuando no existían las asociaciones profesionales- incide repetidamente en el aumento de responsabilidades que se exige a los suboficiales, lo que se ha traducido en la asunción de puestos de nivel de jefe de sección que venían ocupando oficiales. La triste realidad es que ni la formación ni el esfuerzo que se exige a los suboficiales han tenido como contrapartida un adecuado reconocimiento.
Los suboficiales contamos con la formación necesaria, con la experiencia contrastada en nuestro desempeño en múltiples puestos de trabajo de responsabilidad, pero esto no se ve mínimamente recompensado.
No queremos que nos regalen nada, tampoco queremos que nos conviertan gratuitamente en oficiales, como algunos temen. Ahora bien, la promoción interna a oficial debe ser real, integrando toda la enseñanza militar en el sistema Bolonia; no se ve incentivada si tras haber estudiado 3 años de academia militar un suboficial tiene que cursar otros 5 para ser oficial. ¿Dónde está el reconocimiento de la formación militar previa y de perfeccionamiento, de las titulaciones adquiridas o de la experiencia profesional?
Al igual que las otras categorías de militares tienen la posibilidad de progresar en su nivel de estudios a lo largo de su trayectoria profesional -los oficiales de grado a máster y la tropa al título de formación profesional de grado medio- el suboficial debería poder alcanzar una titulación u homologación a un grado universitario con objeto de lograr la preparación que exige el ejercicio profesional en los empleos más elevados de la escala. Venimos proponiendo la equivalencia al grado universitario con la obtención del empleo de brigada. Con esto se consigue que todos los empleos capacitados para ejercer el mando de nivel sección tengan el grado universitario y que se consolide el nivel A2 de los suboficiales a todos los efectos. No es una quimera, ha sido posible con los subinspectores de policía, que cuentan con mucho menos tiempo de formación que nosotros, sólo es cuestión de voluntad.
No pedimos dinero, lo que queremos es reconocimiento social, que repercutirá tanto en los propios suboficiales como en el prestigio de la institución militar, a la vez que facilitará los procesos de desvinculación, importantes para mantener una edad adecuada del personal en activo. Y para ello no es necesario tocar la Ley de la carrera militar.
Sra. Ministra, en ASFASPRO consideramos que tiene una ocasión de oro para hacer justicia y entrar en la historia de las FAS. Nos gustaría que al finalizar su mandato pudiéramos celebrar el “decreto Cospedal” –si me permite la familiaridad de llamarlo así- por el que se reconozca adecuadamente la formación académica de los suboficiales y con el empleo de brigada se obtenga la equivalencia a un título de grado universitario, tan positivo para la moral de la escala y para el bien del servicio.
Creemos firmemente que nuestras solicitudes son justas y factibles, y están hechas desde la convicción de que son necesarias tanto para el personal como para la institución militar. Sepa que cuenta con la colaboración de ASFASPRO para trabajar en pro de las Fuerzas Armadas y del personal que las forman. Muchas gracias.