Han pasado ya tres lustros desde que se revisaran los salarios del militar, tras la llamada de socorro del entonces ministro José Bono pidiendo ayuda al legislativo para sacar al militar de una situación escandalosa. Ese término, lustro, junto con el salario, define como nada al militar. El salario, como ya es bien conocido, es un término que deriva del latín salarium, y que significa 'pago de sal' o 'por sal'. El término proviene del antiguo Imperio Romano, donde muchas veces se hacían pagos a los soldados con sal, como es el caso de los soldados que recibían pago por la protección de ésta en el trayecto de Ostia a Roma, en la conocida así como vía salaria. La sal en la antigüedad poseía un gran valor pues era una de las pocas maneras que se tenía para conservar la carne, es decir, poniéndola en salazón. No obstante, este era un pago a la desesperada, pues el pago de un servicio prestado para los romanos era el estipendio (stipendium). Tan denigrante era este pago en sal que incluso Cicerón consideraba indigno que un hombre libre viviera de un salario, pues era una forma arcaica de pagar a los esclavos o domésticos liberados por su trabajo. Los soldados profesionales recibían un pago diferente, que era el conocido como solidata, y que constituía un pago en solidus, o moneda de oro del que provienen los términos de soldado y soldada, siendo la segunda el oro que se pagaba al primero. En pocas palabras, dinero de verdad contante y sonante.