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50º ANIVERSARIO DE LA AGBS Celebraciones y discursos vs. la cruda realidad

“Se producen actualmente desfases de carrera entre los componentes de las distintas Armas, Cuerpos y Especialidades, envejecimiento del personal de las mismas, desproporción entre sus perspectivas de ascenso e ingreso en el Cuerpo de Oficiales, así como un empleo limitado de los especialistas formados en el Ejército.”

 

Este breve y contundente análisis podría formar parte de alguno de los informes elaborados por el Observatorio de la vida militar o las comisiones de Defensa de Congreso y Senado durante este mismo año 2024, pero lo cierto es que tiene cincuenta años de antigüedad. Se trata realmente del tercer párrafo del texto original de la Ley 13/1974, de 30 de marzo, de organización de las Escalas Básica de Suboficiales y Especial de Jefes y Oficiales del Ejército de Tierra y debería ser una seria advertencia para todas aquellas autoridades civiles y militares que han pretendido transformar la memoria de un colectivo en un ejercicio de cinismo y amnesia generalizada, que ya comenzó de mala manera a principios de año con la “mutilación” del lema de la Básica en forma de agenda.

La conmemoración del cumpleaños de una Ley y una Academia está sirviendo como excusa para tratar de lavar las malas conciencias, sin que la penosa situación actual de la Escala de Suboficiales (y de la propia Academia) haga asomar la más mínima autocrítica desde el Cuartel General del Ejército de Tierra o el Ministerio de Defensa, por haber convertido lo que en su día fue un exitoso proyecto en un colectivo de mujeres y hombres envejecidos, con una limitada carrera profesional, sin apenas promoción interna y con un sentimiento casi generalizado de frustración y desmoralización desde el ingreso en la escala.

A la vista está, salvo para los ciegos y los sordos voluntarios que prefieren vivir en la aséptica burbuja de la indiferencia, que los resultados obtenidos están hoy en día muy alejados de los objetivos primordiales de aquellos militares que en la década de los setenta del siglo pasado pusieron todo su empeño y dedicación para el nacimiento de la Academia General Básica de Suboficiales. Su trabajo desinteresado, su lealtad hacia los suboficiales y su memoria, que es la de todos aquellos que allí pasamos uno de los años más importantes de nuestra vida, está siendo pisoteada por la falta de voluntad y el desinterés de quienes deberían velar por la mejora constante, y no el continuo retroceso, de uno de los pilares de la Institución: la Escala de Suboficiales.    

Esta delicada situación o la verdad incómoda que se pretende ignorar, la denunciaba irónicamente un compañero recientemente fallecido, sugiriendo el cambio del himno de la Básica por el del coro de una interpretación del famoso grupo argentino Les Luthiers, que dice:

Ya el sol asomaba en el poniente.

El fragor de la lucha ya se extingue,

por doquier, de la muerte la amargura.

Ya el odiado enemigo se distingue

alejándose de prisa en la llanura.

Ya los fieros enemigos se alejaron,

no resuena el ruido de sus botas,

nos pasaron por encima y nos ganaron,

nos dejaron en derrota.

Perdimos, perdimos, perdimos otra vez.

Y sí, lo cierto es que los suboficiales sufrimos una terrible derrota con la entrada en vigor de la Ley 17/1989 y posteriormente hemos ido perdiendo expectativas y derechos con cada una de las leyes de personal que se fueron aprobando a lo largo de todo este periodo de tiempo, sin olvidarnos, claro, de su dañino desarrollo reglamentario. Porque desde el año 1990 nuestro otrora exitoso modelo de carrera y promoción fue excluido del lógico progreso de los tiempos que sí han venido disfrutando otros militares, el resto de servidores públicos y los ciudadanos en general, siendo sometido una y otra vez a decisiones caprichosas e incomprensibles que convirtieron nuestra carrera militar en un campo minado por la arbitrariedad, la desigualdad y la falta de oportunidades.

Y no debemos engañarnos, más allá de los halagos y los bonitos discursos que estamos escuchando durante todos estos meses, no hay intención alguna de corregir los tremendos errores cometidos en el pasado modificando, en primer lugar y de manera urgente, un plan de estudios manifiestamente mejorable, como sí se ha hecho en un plazo de tiempo relativamente corto con el de los oficiales de los Cuerpos Generales.

Con un cambio tan drástico del currículo del oficial, que entrará en vigor durante el próximo curso, no puede haber razonamiento o argumento que justifique la continuidad del actual plan de estudios del suboficial porque, además de otras limitaciones, tiene un escaso reconocimiento, tanto de la formación militar como de la titulación adquirida. Cuando los estudios desarrollados en tres cursos académicos no son válidos para tu progresión profesional o, lo que es mucho más grave, cuando la formación militar de esos tres cursos y el ejercicio del mando de un suboficial se igualan a cero a la hora de promocionar, la Institución tiene un serio problema de integración y coherencia.    

Por otro lado, ya que tanto se está hablando del famoso “espíritu de la Básica”, es fundamental que ese nuevo plan recupere la obligación de cursar íntegramente el primer curso académico en la AGBS, condición de vital importancia para la formación de los sargentos que nunca debió suprimirse.

Explicar en dos o tres páginas lo que se ha hecho mal, lo que no se quiere hacer o lo que se debería hacer para revertir el deficiente estado de nuestra Escala, es algo muy difícil si tenemos en cuenta que han sido más de tres décadas de sufrimiento normativo. No obstante, si queremos ser honestos, no podemos dejar de enumerar los principales problemas que nos aquejan y que nunca se van a solucionar con el silencio o mirando para otro lado:

  • Aumento preocupante de la edad de acceso a todos los empleos y, por tanto, envejecimiento de toda la Escala.
  • Escaso reconocimiento de la formación militar, de perfeccionamiento y la experiencia profesional.
  • Plan de estudios que no va en sintonía ni con el grupo retributivo en el que estamos integrados ni con las funciones y cometidos que desarrollamos durante nuestro servicio activo.
  • Teniendo en cuenta que con las circunstancias actuales de promoción profesional y retributivas el personal de tropa tiene cada vez menos interés en ser suboficial, la ratio de aspirantes para el ingreso en la AGBS es muy baja y preocupante para que se produzca la adecuada selección de los futuros sargentos del Ejército de Tierra.
  • Serio riesgo de que un porcentaje elevadísimo de aspirantes ingresen en la AGBS sin haber superado los mínimos exigidos, sobre todo a nivel intelectual.

Para finalizar esta exposición, solo nos queda decir que cuando se quiere ensalzar la figura del suboficial o celebrar el aniversario de nuestra querida Academia no basta con reunirse una vez al año, cantar el himno o finalizar un discurso con nuestro lema: A España Servir Hasta Morir. No es suficiente. Si realmente queremos mejorar la Escala de Suboficiales y, por consiguiente, el Ejército de Tierra, hay que reforzar los cimientos y la estructura, además de aprovechar todas las posibilidades que ofrece el Espacio Europeo de Educación Superior para configurar un nuevo plan de estudios equilibrado y con proyección de futuro.

Y desde esta asociación no estamos sugiriendo que se fuerce un cambio generalizado en nuestras universidades, pero sí que se introduzca en la enseñanza militar la posibilidad de que los suboficiales obtengamos el título de grado universitario o equivalente[1] durante nuestra formación académica, que sirva para que se produzca el obligado ingreso efectivo en el subgrupo A2.

Si el oficial es máster cuando supera su plan de estudios, ¿por qué el suboficial no puede obtener el grado al finalizar el suyo? Los intereses particulares, el clasismo o la cortedad de miras no pueden lastrar nuestra carrera militar durante otras tres décadas, como sucedió en 1990 cuando las maniobras de escapismo del ministerio de Defensa nos impidieron poder obtener el ascensor social del título de Diplomado Universitario que la propia Administración facilitó, por ejemplo, a los maestros y enfermeros, cuya carrera profesional había discurrido en el mismo plano que los suboficiales.

La propuesta de ASFASPRO es clara, factible y totalmente necesaria, solo requiere de voluntad para llevarla a cabo:

  • Potenciar la carrera horizontal de los suboficiales mediante la obtención del título de grado universitario o equivalente, que haría atractivo el ingreso de personal civil y de tropa y marinería en la Escala de Suboficiales y aumentaría sustancialmente la movilidad social y profesional.
  • Puesta en marcha de una promoción interna real, conforme a lo establecido en el artículo 62.1 de la Ley de la carrera militar, con pleno reconocimiento de la experiencia profesional, la formación militar académica, de especialización y actualización y la plena convalidación de las titulaciones del sistema educativo general que se posean.

La sinrazón es tan grande que las mismas titulaciones universitarias que avalan la permanencia de los militares de complemento o la incorporación de los reservistas voluntarios a las Fuerzas Armadas tienen muy poco valor si las poseemos los suboficiales.

Querer es poder” es una premisa que se asocia al empeño o a la fuerza de voluntad de las personas para alcanzar un fin, pero la duda que no conseguimos despejar es saber si la ministra y el resto de las autoridades políticas y militares del ministerio de Defensa estarán por la labor de enmendar desaciertos y dedicar una parte de su valioso tiempo para que la justicia y la igualdad de trato imperen en todas las Fuerzas Armadas, también en la Escala de Suboficiales.

Si fuese así, el aniversario de la AGBS habrá servido para algo y no solo será nuestra querida Academia la que recupere viejos laureles, sino que las Fuerzas Armadas en su conjunto se beneficiarán de tan importantes reformas.  

 

[1] La Orden ECD/775/2015, de 29 de abril, estableció la equivalencia de la formación conducente al nombramiento de Subinspector del Cuerpo Nacional de Policía al nivel académico universitario oficial de Grado, y modificó la Orden EDU/3125/2011, de 11 de noviembre, por la que se establece la equivalencia de la formación conducente al nombramiento de Inspector del Cuerpo Nacional de Policía al nivel académico de Máster Universitario Oficial. Siendo los subinspectores e inspectores equivalentes a los suboficiales y oficiales de las Fuerzas Armadas.

Por otro lado, el 15 de diciembre de 2022, el Ministerio del Interior anunció en su web que el pleno del Consejo de Personal de la Guardia Civil había avalado el proyecto de modificación de la Ley de Personal en el que “La enseñanza de formación de la escala de oficiales se adaptará a la equivalencia de máster, la de la escala de suboficiales se adaptará a las enseñanzas universitarias oficiales de grado y la escala de cabos y guardias se adaptará al nivel educativo de la formación profesional de grado superior.” Si bien el devenir de la pasada legislatura impidió que esta modificación cristalizara es muy posible su aprobación en la presente.