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Fuente: MDE Hospital de campaña - Pandemia COVID 19 Fuente: MDE Hospital de campaña - Pandemia COVID 19

CIRCO MEDIÁTICO 1, PROFESIÓN MILITAR 0.

No pasa un día sin una nueva noticia sobre el fatídico accidente de Cerro Muriano, en el que fallecieron dos compañeros. Hay secreto de sumario, pero es igual.

Los medios de comunicación, dando pábulo a cualquier declaración, audio o video vadean el derecho a la presunción de inocencia y de paso proyectan oscuras sombras sobre los mandos de las Fuerzas Armadas. Pero, a pesar de todas estas elucubraciones precipitadas, es deseo de todos que los Tribunales hagan su trabajo.

En el programa Código 10 de la cadena Cuatro emitido el pasado 16 de enero, uno de los periodistas presentadores realizó las siguientes manifestaciones:

- “Tengo la sensación de que a lo mejor es errónea pero no sé si lo compartís, de que puede haber determinados mandos que hayan visto mucha película americana y que traten a los soldados como en las películas americanas”

- “Una prueba, complicadísima, temo por mi vida, no lo voy a hacer, arrestado, ¿hay mucho Rambo en el Ejército Español?”

- “Cuando vemos películas como el Sargento de Hierro en la televisión, etc., ¿así es el Ejército Español?” … “¿se chilla a los soldados?” … “¿hay mucho oscurantismo en el Ejército?”

¿Realmente esta es la imagen que proyectan las Fuerzas Armadas o es que interesa distorsionarla para ganar lectores o espectadores? Porque lo cierto es que estamos asistiendo a una sucesión interminable de opinantes, cuyos argumentos se basan más en “las historias de la puta mili” o en “Radio Macuto: mil paridas por minuto” y no en el conocimiento de los planes de adiestramiento y de la propia profesión militar, tan fácil de denigrar. Y es una pena que los problemas profesionales, económicos y sociales de los militares no tengan eco si no van envueltos en carnaza mediática.

Porque más allá de lo tristemente acaecido en Córdoba, de lo que los tribunales darán cumplida cuenta, deben abordarse cuestiones de fondo para las Fuerzas Armadas, como el reglamento de prevención de riesgos laborales del personal militar, ¿son los procedimientos actuales de control e inspección los más adecuados? También si los informes personales de calificación y su influencia en los ascensos (y renovaciones de compromiso), así como las normas que rigen el complemento de dedicación especial (productividad), opacan las denuncias de irregularidades. ¿No se denuncia porque peligra la renovación del compromiso, el ascenso y una parte de las retribuciones? El silencio de los corderos, el cambio de destino y las bajas psicológicas aparecen en el horizonte profesional cuando el militar se enfrenta a situaciones o actitudes que traspasan la línea roja.

Y es evidente que la Ley de la carrera militar ha articulado el modelo profesional descrito. ¿Alguien puede imaginar un Estatuto de los Trabajadores redactado prácticamente en su totalidad por los empresarios? La legalidad no implica justicia necesariamente y la disciplina no puede confundirse con vasallaje. Estamos ante una ocasión más en la que viene muy a cuento el refrán de “Solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena”, porque lo triste es que, a los políticos y a la propia sociedad civil, que lo debería exigir, les importa un comino que la carrera militar esté regida por una muy mala Ley, que está afectando gravemente la vida profesional y familiar de los miles de mujeres y hombres de las Fuerzas Armadas Profesionales.

Los militares profesionales, mal pagados y claramente discriminados respecto al resto de servidores públicos, hemos demostrado y demostramos sobradamente nuestra entrega y servicio a España y a sus ciudadanos. Merecemos, al menos, que incidentes como en el que fallecieron nuestros dos compañeros sean tratados con respeto y seriedad, huyendo del amarillismo imperante en nuestra sociedad, que tanto daño hace a la verdad.

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