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Fuerzas Armadas, palabras vacías

Se repite el espectáculo, un año más el Ministerio de Defensa dedica buenas palabras al personal militar en el Día de las Fuerzas Armadas. Exclusivamente buenas palabras. El bagaje de actuaciones para resolver los graves problemas sigue igual a cero.

 

Hace pocos días la Ministra de Trabajo y Economía Social acusaba a algunas empresas de los sectores de la construcción, de la hostelería y del transporte de ahuyentar a los empleados por la baja remuneración y las peores condiciones laborales, por lo que quedaban miles y miles de puestos por cubrir. No se deba cuenta de que estaba describiendo la exacta situación del personal que depende de una colega del Consejo de Ministros. Nos referimos a la Ministra de Defensa y el personal militar de las Fuerzas Armadas. Hubiera sido un buen discurso para el Día de las Fuerzas Armadas.

 

No ha sido el caso, las palabras de la titular de Defensa, una vez más, han obviado los graves problemas y en lugar de solucionarlos lanza flores al personal, como si estas buenas palabras sirvieran para pagar la hipoteca, la electricidad de sus hogares o el pan de sus hijos.

 

La Ministra de Trabajo echaba balones fuera –de la Administración- pero si a su gobierno le preocuparan las trabajadoras y los trabajadores que desarrollamos nuestro trabajo en las Fuerzas Armadas, es posible que los adjetivos se le quedaran cortos. Porque a igualdad o similitud de trabajo, los militares siempre, siempre, recibimos mucho menos. Será que tenemos un descuento que se lleva el uniforme.

 

Si la Ministra de Trabajo aplica su análisis a las Fuerzas Armadas podrá comprobar que ha acertado de pleno con su diagnóstico. Las Fuerzas Armadas constituyen un ejemplo de manual de bajas remuneraciones y peores condiciones laborales (disponibilidad plena, movilidad geográfica, penosidad, peligrosidad, sin reconocer la nocturnidad o la festividad en la prestación de servicios, extensión de horarios sin límite… y a cambio de las peores retribuciones del sector público y privado). En las tres categorías militares, que se dice pronto. Si los que mejor están, los oficiales, resulta que en cuanto pueden se van a ofrecer su servicios a otros empleadores: es clásica la fuga de pilotos del Ejército del Aire a las compañías aéreas y en la actualidad los capitanes de los tres ejércitos se van a Amazon –que les triplica el sueldo-. Resulta que los tenientes coroneles no quieren ser jefes de unidad, con lo implica el ejercicio del mando, si eso implica cambiar el domicilio familiar (y eso que algunas son vacantes con beneficio de alojamiento y coche oficial). Si así están los que más cobran y no hacen guardias, cómo van a estar los suboficiales y la tropa, con sus nóminas paupérrimas. Si para estos dos categorías se añade el constante trasiego –y ausencia de la familia sin compensación- de maniobras, ejercicios, navegaciones, innumerables guardias –que no se pagan-, la perspectiva es una carrera con muchas exigencias y bien pocas satisfacciones. Todo ello se convierte en caldo de cultivo para depresiones y suicidios.

 

No obstante, para el Ministerio de Defensa no hay problema alguno y Margarita Robles, como ministra, tiene la solución, muy sencilla, repetir incansablemente un mantra: “Que bueno es el personal militar, cuanto trabaja y que bien que hace su trabajo, que no tiene precio”. La técnica del avestruz, de esconder la cabeza, en este caso no bajo tierra sino entre buenas y bonitas palabras y golpecitos en la espalda. El golpe en todo caso , debería darlo en la mensa del Consejo de Ministros para que su ministerio tuviera el presupuesto adecuado para que sus Fuerzas Armadas tuvieran el material necesario, las instalaciones adecuadas y nóminas dignas y justas para el personal.

 

Un año más, la pantomima ocupa el escenario y los problemas reales siguen creciendo. Esperemos despertar de una vez de este sueño irreal, la defensa de España, como nos enseña Ucrania cada día desde hace tres meses, necesita de unas Fuerzas Armadas dispuestas, preparadas y motivadas, y para eso hace falta seriedad, destinar los recursos suficientes y dejar a un lado la palabrería superflua.

 

¡Feliz Día de las Fuerzas Armadas!

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