El informe correspondiente al año 2016 que el Observatorio de la Vida Militar rindió en el Congreso y en el Senado no dejaba lugar a dudas: nuestro personal militar percibe unos emolumentos que están muy por debajo de los que debería tener. Pese a que todos los grupos parlamentarios con representación en la Comisión de Defensa del Congreso -en su dictamen sobre dicho informe- instaron al Gobierno a actualizar las retribuciones militares, lo cierto es que los sucesivos presupuestos generales del Estado han hecho caso omiso, y la brecha salarial con respecto a otros colectivos del ámbito de la seguridad se ha visto incrementada incluso en estos tiempos de crisis.
Los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas constituyen el colectivo de la Función Pública peor retribuido, y posiblemente el que más sacrificio realiza, sin percibir ningún extra por los excesos de jornada ni por la realización de guardias y servicios.
Durante los peores momentos de la crisis del COVID-19 los españoles han podido comprobar la preparación y la profesionalidad de los miembros de las Fuerzas Armadas, último recurso del Estado en situaciones de catástrofe. Como en cualquier colectivo laboral, la preparación y profesionalidad deben tener el pago apropiado, que no puede quedar en buenas palabras.
Es necesario actualizar las retribuciones de las Fuerzas Armadas, por ello, las asociaciones profesionales ASFASPRO, AUME, ATME y UMT han solicitado un pleno extraordinario monográfico para iniciar su dignificación, que el Ministerio está obligado a convocar. Ha habido ya muchas palabras, es imprescindible que comiencen los hechos y que los militares comprueben en su nómina que efectivamente la sociedad les valora. No podemos seguir así. El espíritu militar no paga las facturas.