09/10/2017 -
Los militares asistimos, con cierta perplejidad y una vez más, al baile de cinismo y demagogia con en el que políticos, autoridades, instituciones y medios de comunicación parecen estar descubriendo, ahora, las significativas diferencias salariales entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad dependientes del Gobierno de la Nación con los de algunas Comunidades Autónomas y Corporaciones Locales.
Como suele ser habitual, no han sido los exhaustivos informes o las quejas de los representantes de sindicatos y asociaciones profesionales de la Policía y la Guardia Civil los que han producido el grado de sensibilización actual, sino las tensiones territoriales y la quiebra del Estado de Derecho que se está produciendo en Cataluña los que han puesto el foco de atención en el agravio injustificable que vienen sufriendo nuestros compañeros, vilmente insultados y maltratados por una pequeña parte de la sociedad civil a la que defienden siempre con profesionalidad y eficacia probada, a pesar de los intentos maniqueos para desprestigiarles ante la opinión pública. Pero, por otro lado, ya que todos eran conocedores de la situación, surge la pregunta: ¿qué hicieron los diferentes gobiernos o los grupos políticos para remediarla? Absolutamente nada, solo palabras, promesas y dejar correr el tiempo. Finalmente, la realidad le saca los colores a más de uno evidenciando la injusticia y la arbitrariedad.
Pero, de igual manera o incluso peor, estamos siendo tratados los miembros de las Fuerzas Armadas, porque nuestras retribuciones están a la cola de todos los empleados públicos y no hay ni el más mínimo indicio de que la señora ministra o el subsecretario de Defensa muevan un solo dedo para interceder por los intereses profesionales y económicos de sus administrados. Como ha quedado demostrado tras la celebración del último pleno del Consejo de Personal, las prioridades del Ministerio de Defensa están muy alejadas de las demandas y necesidades de sus militares, que obtienen como respuesta el silencio, la intransigencia, el inmovilismo y la sinrazón. Sería triste y mezquino tener que esperar a que asome la fatalidad para poder obtener el reconocimiento que se nos niega.
Por tanto, como bien dice el título del artículo, la culpa de la situación de abandono y falta de reconocimiento de los miembros de la Policía, Guardia Civil y Fuerzas Armadas no es solo del señor Montoro, como se suele afirmar, sino de todos los que pudieron y no quisieron y de todos los que pueden y no quieren; de todos los que utilizan la demagogia y el oportunismo para sacar rédito político efectuando meros brindis al sol y, finalmente, de aquellos que nos desprecian.
ASFASPRO