En declaraciones a este periódico, el secretario de Estado de Defensa, Pedro Argüelles, asegura que esta nueva reprogramación hasta 2030, aprobada en agosto por el Consejo de Ministros, «se ha hecho atendiendo al nuevo escenario de austeridad y contención del gasto, y protegiendo a la industria de Defensa, que se había visto muy dañada por la decisión de no pagar del Gobierno anterior».
La situación, no obstante, exige un esfuerzo titánico para el Ejecutivo, que ya en julio tuvo que aprobar un crédito extraordinario de 877 millones para reflotar los programas de armamento más importantes, helicópteros, blindados, aviones de carga y de caza. También el del submarino S-80, que ha tenido problemas técnicos de exceso de peso.
Taponada esta herida, el ministerio ha puesto el acento en el sector exterior, «un claro agente en la recuperación económica», señala Argüelles. La Oficina de Apoyo Exterior favorece la internacionalización de las empresas españolas mediante el asesoramiento sobre operaciones. Es decir, el Ministerio asume el papel de mediador entre países y las compañías.
Para el investigador de Elcano Félix Arteaga, el apoyo comercial debería articularse en un plan liderado por el Gobierno «en el que se diga qué necesitamos y qué no, ya que el resto de países se está moviendo muy rápido y las empresas nacionales necesitan orientación de futuro». Arteaga lo tiene claro: «Si no nos ponemos las pilas, en tres o cuatro años se nos viene abajo el tejido industrial y perderemos la competitividad», en referencia a campos punteros como los sistemas de vigilancia o comunicación.