La operación ha finalizado, y una semana después del acto oficial que simboliza el final de una misión de 11 años de duración, los militares hacen balance del repliegue. Hay una palabra que este confidencial ha escuchado a sus fuentes en varias ocasiones: “brillante”.
“No se ha producido ni una sola baja, ni un solo herido, no ha habido ataques, no se ha perdido material, y se ha hecho en tiempo record. Se ha realizado en un tiempo menor del esperado” aseguran. Ni las previsiones más optimistas, dicen, contaban con un desenlace así.
Preguntados sobre si la ausencia de ataques responde a la inactividad de la insurgencia aseguran que “los medios especiales desplegados han cumplido con total efectividad su labor disuasoria”.
Explican que esta disuasión ha sido posible gracias a las escoltas de los helicópteros de ataque ‘Tigre’. “El ruido de sus motores fue suficiente como para crear un espacio de seguridad en los flancos de los convoys” afirman. “No dispararon ni una sola vez”. Consideran que la experiencia adquirida por estas nuevas unidades aéreas será determinante en futuros despliegues.
Por otra parte, destacan la eficacia de los vehículos antiminas ‘Husky’, que “llegaron a detectar y señalar en algún momento artefactos próximos a la ruta del convoy, seguramente abandonados tiempo atrás por la insurgencia”.
Sin embargo, también admiten que la insurgencia, que no se presentó en ningún momento, parece haber aplicado la máxima de “a enemigo que huye, puente de plata”. Pese a todo, dicen, la misión “supondrá medallas para aquellos que han participado en su organización y ejecución. Sin ninguna duda”.