reconozco que, por esta vez, no tengo que lamenta la muerte de
un soldado. No tengo que recordar la última vez que tomé té con él
o acordarme de la última marmita que compartimos juntos. por
esta vez, debo olvidar que no tendré que recordar cuándo fue la
última vez que nos miramos fijamente a los ojos, mientras nos
contábamos unos días que nunca más viviríamos.
Esta semana, esa otra realidad afgana ha empezado a volar, de manos de la Editorial Playa de Ákaba y en la voz de Guillermo de Jorge, sargento de Infantería, destinado en el Regimiento Garellano nº 45 que acaba de publicar un libro de poemas titulado Afganistán: Diario de un Soldado. Acercarse a Afganistán puliendo versos es ver Afganistán con palabras desenfocadas desde un punto de mira por el que no estamos acostumbrados a ojear.
Oteando este áspero metal llamado desierto el tacto inextinguible de la espiga sobre los angostos territorios de los dedos se desliza
De la mano del consagrado escritor Lorenzo Silva, estos versos han sido presentados esta semana; y el sargento Guillermo de Jorge ha traído por ásperos caminos su diario de un soldado; desde Afganistán hasta España, con versos dedicados a los que sirvieron allí y a quienes dejaron allí sus vidas como el sargento 1º Joaquín Moya y el sargento Juan Antonio Abril:
con el
fatigado aire
que te entregaba la agreste
cumbre
entre el desfiladero de tu
cuerpo.
Cuenta Saúl Bellow en su libro Son más lo que mueren de desamor que al pintor James Abbot Whistler se le acercó una mujer mientras pintaba diciéndole: “Yo no veo los árboles de esa forma”; a lo que Whistler le contestó: “No, señora, pero, ¿no le gustaría ser capaz de poder verlos así”.
Hemos visto mil imágenes de Afganistán, podemos suponerla áspera, sin haber puesto los pies allí; pero es bueno que nos la enseñen también otros ojos, otra mirada, otro sentimiento. Para eso están los poetas y el sargento Guillermo de Jorge la ha acercado hasta nosotros como no podíamos verla.
La pólvora guía los designios de los días, de este tiempo que sobre el mismo dedo se sostiene el perfil de un gatillo