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El lado más humano del Ejército de Tierra

29/04/2014 - One Magazine -

El final de las operaciones en Afganistán e Irak, unido a la situación económica reinante  ha llevado a muchos países a declarar, de facto, una “pausa estratégica” y a reconsiderar su modelo de fuerzas armadas, tanto envolumen como en orientación.

Se está repitiendo el fenómeno de reducir drásticamente las fuerzas armadas, pero, sobre todo, la fuerza terrestre. tan pronto como se acaba una contienda. Al final de la Guerra Fría muchos países, obsesionados con el Dividendo de Paz se lanzaron en esta dirección , para chocar de repente con conflictos que revestían formas inesperadas.

Los ejércitos esperaban recibir una misión con un objetivo claro, fuerza suficiente y un plazo claro de “desenganche”. Tal fue el caso en la liberación de Kuwait. Pero tanto en Afganistán como en Irak las cosas sucedieron de forma muy diferente. El convencimiento de lograr la victoria con mínimas fuerzas llevó a no tener medios suficientes para controlar la situación tras la victoria militar. El resultado ya es conocido. El “estado final deseado” ha quedado fuera del alcance de los vencedores (¿) de estas operaciones.

Algunos teóricos han jugado a volver al pasado, cuestionando por ejemplo la necesidad de la aviación por falta de rivales, de unidades terrestres prefiriendo un equipo de boinas verdes y armas de precisión lanzadas a distancia, o desarrollando nuevas doctrinas (`Air-Sea Battle´) para solo defender las rutas marítimas internacionales y actuar a distancia . Pero la experiencia ha demostrado, que las fuerzas militares se han visto obligadas a pasar de operaciones convencionales a hacer frente a una insurgencia que emplea procedimientos no convencionales, obligando a redefinir muchos conceptos : guerra asimétrica (casi todas lo son o lo han sido), guerra irregular, operaciones contrainsurgencia, operaciones de estabilización y reconstrucción, etc. 

La realidad que ha surgido de la experiencia de combatir entre la gente y por la gente vuelve a reivindicar aClausewitz que señalaba que en toda confrontación hay un choque de voluntades, y que el objetivo final es imponer la voluntad propia sobre el enemigo. El objetivo final es siempre humano (obligar al gobierno y a la población enemiga a aceptar la derrota y a renunciar a la violencia). Y por ello la mayor parte de las acciones militares, políticas, económicas y de información ocurren en tierra, contra el objetivo humano, tratando de influir en la gente, sea ésta los líderes políticos, militares o grupos dentro de la población, para minar su deseo de continuar la lucha, y que por ello será el objetivo estratégico clave. Pero con demasiada frecuencia las acciones se han enfocado al choque, a lograr la victoria en el ámbito físico y se han olvidado de las voluntades, sin prestar la adecuada atención al ambiente físico, cultural y social que constituye “el ámbito humano” y que es donde se logra la victoria .  Ejemplos de fracasos por no contar con este ámbito  lo podrían constituir nuestras “guerras de África” durante el siglo XIX, la derrota francesa en nuestra guerra de la Independencia, por no mencionar laguerra de Irak.

¿Qué va a pasar en el futuro próximo?. Hay concurrencia en que el ambiente estratégico estará caracterizado por: “actores múltiples, amenazas adaptativas, condiciones caóticas y actores conocedores de tecnologías avanzadas buscando el ámbito de la información”; La amenaza más común será híbrida, que puede incluir fuerzas militares, paramilitares, organizaciones insurgentes, unidades tipo guerrilla y organizaciones criminales…”; ″…los futuros adversarios formarán organizaciones complejas, que se adaptarán rápidamente, utilizarán métodos asimétricos y normalmente operarán en áreas urbanas congestionadas″.

Las operaciones terrestres tienen un papel único en el ámbito humano en este ambiente futuro. Las Fuerzas Terrestres mantendrán contacto próximo con los grupos y redes humanos, sean éstos aliados, enemigos o población civil. La derrota militar será el primer paso, pero lo realmente importante será como finalizar la guerra. Es el control final del ámbito humano el elemento vital para el éxito de la operación. Una operación como la derrota de los talibanes en Afganistán, a base de unidades de operaciones especiales y apoyo de fuegos de precisión, no logró el control de este ámbito e impuso un importante despliegue posterior para tratar de lograr una paz estable.

Así pues, y con vistas al futuro, la fuerza terrestre tiene dos obligaciones: vencer militarmente y asegurar que la victoria militar se convierte en éxito estratégico. Y esto solo se logrará si las fuerzas terrestres controlan el ámbito humano.

Son las fuerzas terrestres las que conocen, al moverse y combatir entre la gente, el grado y precisión de la fuerza a aplicar, o las acciones que construyan una relación duradera con la población. El descuidar este enfoque ha provocado los fracasos recientes

Este concepto está todavía pendiente de una completa definición doctrinal y de sus implicaciones en términos de material , doctrina, adiestramiento, recursos ,etc. Si bien hay acuerdo bastante general de las consecuencias de no habérsele prestado una atención enfocada, todavía su delimitación es objeto de análisis.

El `Army Special Operations Capabilities Integration Center´ utiliza la siguiente definición: “La totalidad de los ambientes físico, cultural y social que influencian el comportamiento humano hasta el extremo de que el éxito de cualquier operación depende de la aplicación de capacidades únicas designadas a ganar conflictos centrados en la población”  Además añade que “El ámbito humano no puede ser controlado o dirigido por medios o capacidades técnicas sino que exige contacto humano con duración y persistencia”. Finalmente vuelve a señalar que el éxito en el ámbito humano es vital para cualquier resultado militar decisivo.

Para resumir, las últimas experiencias operativas han vuelto a reafirmar ciertas lecciones que no se aplicaban por los ejércitos occidentales acostumbrados a una eficacia técnica de los medios de combate y una inmediatez de resultados. Pero los medios del siglo XXI han permitido a los nuevos adversarios una flexibilidad, capacidad de resistencia y de control de la población que permite asegurar que, salvo que se apueste decididamente por el control del ámbito humano,además del ámbito físico y del ámbito cibernético, quizá sea posible una derrota militar de nuestros futuros adversarios, pero no lograremos la seguridad de nuestros compatriotas si no vencemos la guerra de voluntades.

¿Cómo afectaría este concepto a nivel nacional?. Seguimos manteniendo la necesidad de una adecuada disuasión clásica frente a potenciales adversarios convencionales. Pero en estos momentos en que nuestras fronteras se “alejan” hacia el sur, donde se está generando un caldo de cultivo de radicalismo antioccidental, la probabilidad de tener que volver a desplegar para apoyo a aliados más débiles y recuperar el ámbito humano es grandeEs importante recordar que nuestros reglamentos y manuales han prestado atención a este ámbito desde hace tiempo. Desde las primeras misiones en Bosnia-Herzegovina los procedimientos CIMIC españoles eran objeto de interés por parte de nuestros aliados, por su eficacia. Por ello es quizá el momento de dar consistencia conceptual al control del ámbito humano y mantener unidades terrestres adecuadamente adiestradas y en cuantía suficiente para abordar con éxito las muy probables operaciones futuras.

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