Es triste que se pueda recurrir a la frase que Tomasi di Lampedusa ponía en boca del príncipe Salina en El Gatopardo, aquello de cambiarlo todo para que nada cambie. Pero así parece. La experiencia muestra que una parte de la Administración, especialmente los Cuarteles Generales de los Ejércitos y la Dirección General de Reclutamiento y Enseñanza Militar eso pretenden: la inmovilidad total. Esto puede ser un recurso ante un ataque de aviación cuando no se tienen medios antiaéreos y hace falta mimetizarse con el fondo, pero nada más.
En ASFASPRO somos positivos, creemos que se pueden cambiar las cosas para que la situación de fondo cambie, solucionando poco a poco los problemas del personal y de la institución militar, pero para ello no podemos engañarnos con falsos progresos: el mundo y la sociedad avanzan, y el personal militar no puede quedarse atrás, sin solucionar unos problemas que no son aparentes sino reales.
El personal militar, y dentro de este amplio colectivo aún más el de los suboficiales, tiene serios problemas (consideración de nivel académico insuficiente, reconocimiento de su esfuerzo y experiencia profesional, retribuciones en la reserva, evaluaciones objetivas para el ascenso…) a los que hay que dar soluciones reales. Y no sirve el habilitar un lugar aparente si solamente se aprovecha como sala de las pataletas en el que el personal expone sus quejas, pero ahí se queda todo. A los problemas se les debe hacer frente con soluciones plausibles, no se puede tratar un tema, dejarlo sobre la mesa y pasar a otra cosa, como viene sucediendo habitualmente.
Las personas serias no pueden mirar a otro lado ante situaciones injustas, esto las convierte en cómplices; deben reaccionar. Esto es lo que ha hecho ASFASPRO negándose a ser un mero actor en un espectáculo, una comparsa, una marioneta en un escenario improductivo en el que solamente se representa. Los militares socios de ASFASPRO son personas serias, han estado elevando propuestas, evacuando informes sobre los problemas del personal militar y la respuesta no puede limitarse al eco, al “ya veremos”, al “es que en Hacienda y Administraciones Públicas no lo ven claro”… excusas. Y no hay excusas posibles cuando lo que se trata son los problemas del único colectivo profesional que cumple con su misión, textualmente, hasta la última gota de su sangre.