Ayer el presidente de la Comunidad de Galicia exigió al Gobierno un plan de contingencia para garantizar el suministro de productos básicos con la intervención del Ejército si fuera necesario.
Algunos medios llegaron a afirmar que el presidente del Gobierno no descarta un estado de alarma, excepción o sitio, con la consecuente movilización de las Fuerzas Armadas.
No dejaría de ser paradójico ver en esta tarea a las tropas mileuristas, sujetas a la constante movilidad geográfica que las separa cientos de kilómetros de sus familias y que también han sido golpeadas con ferocidad por la subida del combustible y -como todo español- por el aumento generalizado de precios.
La ministra Robles anunció en RTVE -antes de entrar al Consejo de Ministros- que ese escenario no se podía contemplar en absoluto y más concretamente sobre la huelga de transportistas, que era el momento de arrimar el hombro, dialogar, negociar y tratar de buscar soluciones.
¿Pero cómo es posible que la ministra pida a otros lo que no ofrece ni intenta en su ámbito de responsabilidad? Las retribuciones, la carrera y los derechos profesionales del personal militar siguen esperando.
Las Fuerzas Armadas están dispuestas a acudir allí dónde ordene el Gobierno, ¿está el Gobierno dispuesto a pagar dignamente a un Ejército Profesional?