Ciudadanos, amigos, compañeros de la familia militar, buenos días y gracias por acompañarnos.
Hace justo cuatro días los militares estábamos desfilando por la Castellana. Hoy estamos aquí sin nuestros uniformes, y hemos cambiado las armas por la pancarta, para reivindicar dignidad profesional, y esta comienza por disponer de unas retribuciones dignas.
Reclamar dinero era un tabú para los militares, pero la triste realidad de nuestras nóminas, a la cola de las del personal al servicio de la Administración, nos demuestra que no era un tabú, era dejación de funciones. Las Ordenanzas siempre han insistido en la obligación de velar por los intereses profesionales y personales de los subordinados, pero esto se ha venido entendiendo de manera equivocada. Velar por los intereses de los subordinados implica luchar porque los subordinados tengan una nómina acorde a su formación y a su desempeño. Velar por el prestigio de las Fuerzas Armadas no puede significar asumir que el militar reciba unas retribuciones muy por debajo de las que recibe el personal que realiza funciones similares.