“…A las Fuerzas Armadas y a la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que ahora percibimos como un escudo insustituible y no como un gasto superfluo”.
Presidente del Gobierno. Palacio de la Moncloa, 21 de marzo de 2020.
Parece que este maldito virus no solo nos trae muerte, dolor y miseria, sino que saca a relucir en nuestros más altos gobernantes percepciones asentadas en un atrasado resentimiento hacia las Fuerzas Armadas absolutamente ayuno de razón.
Resentimiento desenterrado e impropio de cualquier democracia avanzada, que pone en duda la profesionalidad de unos y en peligro la seguridad de todos. Esa seguridad que sólo se percibe cuando no se posee, de forma similar a la libertad deambulatoria, que es realmente apreciada cuando queda restringida a la terraza de casa.