ASFASPRO, ATME y UMT señalan que el aumento del presupuesto no puede ir destinado exclusivamente a la inversión en programas de armamento y empresas del sector, mientras la mayoría de los militares reciben sueldos paupérrimos y sufren condiciones laborales que dejan mucho de desear.
Madrid, 17 de marzo de 2022.
La invasión rusa de Ucrania ha puesto de manifiesto la necesidad de contar con unas Fuerzas Armadas mejor dotadas para defender eficazmente a nuestra sociedad. Se ha constatado que el gasto en Defensa es más una inversión de futuro que un gasto superfluo, siendo necesario invertir en sistemas de armas modernos, en infraestructuras adecuadas y en dotar al personal que los maneja de una carrera atractiva que garantice contar con un personal capacitado y motivado. Con los sueldos de miseria actuales, los peores de la Administración, no será posible mantener la eficacia en las Fuerzas Armadas.
El presidente del Gobierno ha anunciado un aumento de varios miles de millones para elevar el gasto en Defensa al 2% del PIB, como viene preconizando la OTAN desde hace lustros. Esto es positivo porque nuestras Fuerzas Armadas llevan décadas infrafinanciadas. Ahora bien, a las asociaciones profesionales nos preocupa el reparto porque debe alcanzar el equilibrio entre la mejora de los medios materiales y los humanos.
Las inversiones en Defensa siempre generan empleo, tanto de forma directa como indirecta, con lo que se va a obtener un beneficio social; sin embargo, también la gestión del personal militar tiene necesidades acuciantes que deben dotarse de presupuesto para su solución:
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Mejorar el sueldo de los militares, de los trabajadores militares de las Fuerzas Armadas. Esta nomenclatura es importante porque, desde posicionamientos ideológicos diversos, se tiende a que sean palabras que no casan: para unos los militares no son trabajadores, por ello no tienen derechos a un salario ajustado a su desempeño, y, para otros, el ser militar es incompatible con una retribución porque el honor de servir es suficiente compensación. Ambas posiciones están alejadas de la realidad: los miembros de las Fuerzas Armadas son unos profesionales formados que dominan su trabajo y deben ser retribuidos de forma digna y equiparable a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Lo que no sucede en 2022.
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Muy relacionada con la falta de retribuciones adecuadas está la falta de atractivo que tiene la carrera militar: espíritu de sacrificio, mucha exigencia, pero poca retribución con que mantener a la familia. Es imprescindible dotar de atractivo a la profesión militar, que tenga unos sueldos competitivos, para que ingresen o no se marchen los mejores. Lo contrario significa que solo entre en filas aquel que no encuentre nada más y, esto, es muy poco halagüeño.
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Un mayor reclutamiento permitirá una mejor conciliación de la vida profesional, personal y familiar de los militares. Actualmente, las numerosas misiones y la falta de personal impiden, en muchas ocasiones, el suficiente descanso. La explotación laboral no debe ser permitida ni en el ámbito civil ni en el militar.
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Es necesario invertir en medidas que mejoren la seguridad y salud en el desarrollo de la actividad de las Fuerzas Armadas. La prevención de riesgos laborales requiere de sistemas y material modernos.
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Otro campo que necesita inversión es la sanidad militar, puesto que su mejora, como se ha visto con la crisis del COVID-19 revierte en toda la ciudadanía.
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Naturalmente, también urge la mejora de las infraestructuras, especialmente de los alojamientos logísticos tan necesarios para una profesión que exige una constante movilidad geográfica. Movilidad geográfica que sigue sin retribuirse y compensarse adecuadamente.
En definitiva, las Fuerzas Armadas necesitan la inversión anunciada; pero sin marginar ni olvidar, en ningún caso, las necesidades del personal militar. El valor más importante de las Fuerzas Armadas es el humano, ya que sin soldados no hay ejército y, sin este, no hay defensa. Es necesario tener un personal preparado, capacitado y motivado para cumplir con la misión de defender a nuestra sociedad y a nuestros conciudadanos.
Retribuciones dignas para los profesionales militares.