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Carbón, mucho carbón

El comportamiento del Ministerio de Defensa con respecto al personal militar de las Fuerzas Armadas, que parece ser su última y lejana prioridad, merece en esta fecha toneladas de carbón.

Madrid, 5 de enero de 2023.

Mañana, 6 de enero, Día de la Pascua Militar, los discursos de las autoridades de Defensa serán como acostumbran, grandilocuentes, encantados de conocerse, describiendo la situación de las Fuerzas Armadas como digna de una utópica Arcadia Feliz inexistente. Sin embargo, en el reparto que la Cabalgata de los Reyes Magos realizarán el 5 de enero en Madrid, a las puertas de Castellana, 109, sede del Ministerio de Defensa, solamente pueden dejar carbón, mucho carbón.

La invasión rusa de Ucrania puso sobre el tapete en todo el mundo occidental el estado del gasto –o la inversión- en Defensa. También en España, donde llevamos lustros con unos presupuestos de Defensa por debajo de las necesidades reales, con el coste que esto ha supuesto en deterioro de infraestructuras, envejecimiento de los sistemas de armas y retribuciones paupérrimas para el personal, las peores de la Administración con diferencia. ¡Carbón!

La Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados en su dictamen de febrero de 2018 –pronto hará cinco años- definía como grave la situación de las retribuciones militares. Las asociaciones profesionales venimos denunciando esta situación desde hace años, en los despachos y también mediante manifestaciones en la calle con pancartas a la puerta del Congreso, la última el 25 de junio de 2022, a unos días de la reunión en Madrid de la Cumbre de la OTAN en la que se aprobó aumentar el gasto en Defensa. En marzo de 2021 tuvo lugar un incremento de algunos complementos retributivos, es cierto, pero con unas cantidades tan mínimas que el aumento solo sirvió para poner sal en la herida y hacer ver que las diferencias retributivas con otros colectivos del ámbito de la seguridad son hoy mucho más escandalosamente exageradas que en aquel 2018. ¡Carbón!

En los presupuestos generales del Estado para 2023 las partidas para Defensa se han incrementado en varios miles de millones de euros, pero el gobierno ha sido incapaz de dedicar ni un 10% de este incremento a mejorar las retribuciones del personal, dedicando miles y miles de millones a la industria de Defensa. No es justo. El personal militar está muy mal pagado se le compare con quien se le compare, con miembros de los ejércitos de otros países o con empleados de las administraciones públicas españolas: un suboficial piloto de helicóptero de combate (3 años de educación superior en una academia más un curso de piloto de helicóptero) no puede cobrar cada mes menos que un conductor de un autobús de una empresa municipal de transporte, con todos los respetos hacia este profesional. No es justo, pero es la realidad. ¡Carbón!

Los Ministerios de Defensa y de Hacienda han sido incapaces de encontrar un céntimo en 2022 ni se prevé en 2023 para mejorar las retribuciones militares, pero intentan acallar conciencias repartiendo en las nóminas a finales de 2022 de forma arbitraria y graciable –es decir, no de forma general ni justificada- un concepto que denominaron “paga única incentivo” pero que lo mismo podría llamarse “aguinaldo de la ministra”, dado que este reparto de dinero no está contemplado en la normativa de retribuciones. El ministerio afirma que es un “complemento de dedicación especial”, pero es que las nóminas del personal que percibe el CDE ya incluían una cantidad por este concepto, luego no era eso, era otra cosa, un intento de acallar mala conciencia o de desmovilizar las protestas del personal. Pan para hoy y hambre para mañana, porque como dice la canción que corre por los cuarteles “… y mi sueldo continua igual de bajo que ayer”. ¡Carbón!

Estas navidades el Ministerio de Defensa difundió en los medios y en las redes sociales un video en el que se muestra que los invisibles militares están ahí, aunque no se les vea: un buzo de la Armada en el metro de Madrid… Los ciudadanos los ven, los han visto diariamente en lo más crudo de la pandemia, los han visto tomando muestras de gases en primera línea del volcán de La Palma o quitando cenizas volcánicas a paladas de los tejados de las casas isleñas. Los han visto y los volverán a ver actuando con ocasión de nevadas, inundaciones, incendios… o la catástrofe que sea. Quien parece que no los ve y se niega empecinadamente a reunirse con los representantes que defienden los derechos profesionales de los militares es la Ministra Robles, quien tanto insistía en el diálogo cuando los problemas de personal afectaban a otros ministerios. Para muestra de su invisibilidad un botón: las asociaciones profesionales solicitaron reiteradamente por escrito reunirse con la ministra para tratar los problemas de personal, como respuesta se emplazaba al siguiente pleno del Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas. Este órgano se reunió en pleno el lunes 19 de diciembre, lástima que la ministra –que lo preside y pone el calendario de actividades- prefiriera irse a escuchar villancicos en el concierto de Navidad de la Armada. Al final resulta que los militares son invisibles para quien no quiere verles ni oírles. ¡Carbón!

Y con este bello panorama los sufridos hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas seguirán sacrificándose y soportando estoicamente las bellas y huecas palabras que se les dedicarán el 6 de enero. Un año más los discursos serán un ejemplo de manual del “dime de qué presumes y te diré de qué careces”.

Carbón, mucho carbón.

 

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