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En la nómina de marzo aparece el concepto “PAGO INCENTIVO ENE, FEB, MAR” por un total de 300€ exclusivamente para el personal militar de Tropa y Marinería.

Varios socios de ASFASPRO interpusieron recurso contencioso administrativo por el pago único incentivo de noviembre de 2022. Este proceso está pendiente de resolución por lo que se recomienda esperar a conocer su resultado antes de interponer recurso por este nuevo pago incentivo.

Dado que hay cuatro años para reclamar no se pierde derecho alguno.

En el próximo Consejo de Personal ASFASPRO solicitará las razones objetivas por las que se han excluido a las escalas de suboficiales y oficiales de este abono.

Se reitera que, por ahora, es mejor esperar a interponer recurso.

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La Asociación Profesional mayoritaria de las Fuerzas Armadas, ASFASPRO denuncia que el Ministerio de Defensa mira para otro lado defraudando todas las expectativas del personal militar en la Comisión de Trabajo sobre Retribuciones en el seno del Consejo de Personal.

MADRID, 05 de julio de 2022 El lunes 4 de julio, tras un retraso de un mes sobre la fecha inicialmente prevista, la parte ministerial de la Comisión temporal de trabajo sobre retribuciones en el seno del Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas ha hecho entrega a las asociaciones profesionales participantes del borrador de informe de la comisión, al que tendrán que presentar alegaciones. Por técnico que sea el documento, sorprende la ausencia en las conclusiones del principal problema, lo mal pagado que en la actualidad está el personal militar y la necesidad ineludible de aumento que tienen las retribuciones militares, puesta ya de manifiesto en 2018 por la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados. Éstas necesitan un impulso que permita dignificarlas cuantitativamente para que el personal militar reciba una nómina similar al de otro personal de su mismo nivel que ejerza cometidos comparables en otros ámbitos de la Administración así como para reconocer la singularidad de la profesión militar.

 

Pese a las propuestas presentadas en la comisión de trabajo por las asociaciones profesionales, el Ministerio de Defensa insiste en mantener a su personal y sus retribuciones fuera de los parámetros económicos del resto de la Administración y de la sociedad, en un mundo de fábula. El problema no es el nombre de los complementos retributivos, sino la paupérrima dotación presupuestaria y su reparto. El próximo aumento presupuestario debe recoger la mejora de los sueldos de los hombres y mujeres que deben manejar ese armamento y material que pretende adquirirse.

 

El Ministerio de Defensa juega al despiste con las retribuciones militares, por llamarlo de una forma suave, comenzando por la propia ministra, Margarita Robles. Primero se atrevió a afirmar que ningún militar le había pedido aumento de sueldo, hace poco salió a la luz que unos cuantos centenares habían cursado individualmente una queja sobre su paupérrima nómina, pero en el Ministerio parece que no había interés en saber nada.

 

Ayer decía en una entrevista que los militares que se habían manifestado el pasado 25 de junio reclamando una carrera y unas retribuciones dignas eran pocos. De nuevo sus palabras pretenden ocultar que en relación con el disciplinado y silenciado colectivo militar –al que hasta hace poco se le prohibía manifestarse, derecho conseguido en los tribunales, y en el que existe mucho recelo por el control de los jefes que pueden quitar complementos- la noticia no es si se han manifestado mil cien o cien mil, la noticia es que han llenado la carrera de San Jerónimo dos veces en los últimos nueve meses.

 

Existe un grave problema con las retribuciones militares, y el Ministerio de Defensa está dando largas con su solución, la comisión de trabajo sobre retribuciones fue creada en febrero de 2021 con un plazo de un año para la finalización de sus trabajos, y a la fecha que estamos aún no los ha terminado, y no porque las asociaciones profesionales no hayan puesto todo de su parte. Pero en el Ministerio de Defensa no hay prisa, están a otra cosa que no es el personal militar y sus familias.

 

Manifestación en Madrid el 25 de junio de 2022

El sábado 25 de junio se celebrará en Madrid una nueva manifestación de militares profesionales dirigida, de manera especial, contra los que miran, pero no quieren ver y oyen, pero se niegan a escuchar. Actitud recalcitrante y sistemática de la ministra de Defensa y todo su equipo desde que tomaron posesión de sus cargos.

Aunque seguramente pasará desapercibida para la gran mayoría de medios de comunicación y los principales programas de radio y televisión –que suelen prestar mayor atención a la problemática de otros colectivos– lo cierto es que en pleno siglo XXI se está produciendo en la sociedad española una realidad vergonzosa para cualquier país: el apartheid, la discriminación o la segregación de miles de mujeres y hombres, todos militares profesionales, a los que no se les quiere aplicar la legislación laboral vigente o las retribuciones y las condiciones profesionales que el gobierno defiende fogosamente para el resto de ciudadanos.

Esta vergonzosa discriminación, que venimos denunciando desde hace años en el Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas, en el Congreso y en el Senado y en los medios de comunicación que han querido prestar atención a nuestras demandas, no se refiere a una subida de sueldo puntual o específica, sino a que no se retribuye en su justa medida la singularidad de la profesión militar, como sí se hace con otros servidores públicos como los policías autonómicos y locales, bomberos, los componentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional, etc.

¿Por qué se reconoce la singularidad de su profesión a todos estos colectivos y los militares somos excluidos? No hay respuesta.

En las actuales circunstancias, cuando vemos casi todos los días a la ministra de Trabajo y a otros miembros del gobierno exigir a los empresarios y autónomos retribuciones y condiciones laborales justas para sus trabajadores, resulta casi escandaloso que al mismo tiempo ese mismo gobierno se niegue a retribuir la disponibilidad permanente para el servicio, la peligrosidad, la constante movilidad geográfica, el exceso de jornada laboral y el resto de condiciones que hacen singular a la profesión militar, aunque a la ministra de Defensa le parezca mal que lo reclamemos desde esta asociación y se niegue una y otra vez a recibir a nuestros representantes.

En consecuencia, por la defensa de la dignidad de todo el colectivo y sus intereses profesionales, económicos y sociales, además del principio de igualdad reconocido en la Constitución Española, nos dirigimos a todos los militares, a sus familias y al resto de ciudadanos para animarlos a participar en la manifestación convocada el sábado 25 de junio en Madrid.

Reclamar derechos profesionales e igualdad de trato es legal, lo que es inadmisible y contrario a derecho es la segregación o la discriminación de todo un colectivo de servidores públicos. Ninguno de nosotros puede ser considerado un mal militar por defender nuestros derechos y una carrera militar digna.

¡Participa y lucha por tu futuro, el de tu familia y el de las Fuerzas Armadas!

ASFASPRO, ATME y UMT

 

Las asociaciones convocantes de la manifestación de militares del día 25 de junio reiteramos la invitación a asistir a ella al resto de asociaciones profesionales militares inscritas en el RAPFAS, a grupos parlamentarios, miembros del Observatorio de la Vida Militar y ciudadanía en general.

Comenzará en la Puerta del Sol (Madrid) a las 12.00 horas, finalizando en la Plaza de las Cortes

Madrid, 20 junio de 2022

Las asociaciones profesionales militares ASFASPRO, ATME y UMT, se han dirigido hace tiempo por escrito al resto de asociaciones inscritas en el Registro de Asociaciones Profesionales Militares de las Fuerzas Armadas (RAPFAS)*, así como a grupos parlamentarios y miembros del Observatorio de la Vida Militar para que asistan a la manifestación que, bajo el lema “Los militares necesitan carrera y retribuciones dignas”, se celebrará el 25 de junio a las 12,00 horas en Madrid, comenzando en la Puerta del Sol y finalizando en la Plaza de las Cortes.

Asimismo, esta invitación, se hace extensiva a todos los ciudadanos que apoyan a estos colectivos en sus justas reivindicaciones por un futuro mejor, conscientes que hoy en día es necesario tener unos militares profesionalmente capaces y bien retribuidos.

 

 

* AUME, APROFAS, ASOENFAS, ACIETOFAS, TERVIES, #Militares con futuro y MILITARES

 

ASFASPRO: +34 618 523 348 Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.                ATME: +34 639 146 304 Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.                  UMT: +34 611 402 636 Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

“Quiero que la actividad y la profesión militar, desde el soldado y hasta el general, sea una actividad no sólo digna por lo que evoca de amor a España, no sólo por el uniforme que lleva sino también por la nómina que recibe."

Palabras del Ministro J. Bono (PSOE), Base General Asensio, Palma de Mallorca 14-6-2005.

La ministra Robles ¿no lo quiere en 2022?

 

#RetribucionesDignas

 

Monedas

"A tonga da mironga do kabuletê"

 

"A tonga da mironga do kabuletê" es el título de una famosa canción compuesta en el año 1970 por el músico, diplomático y poeta brasileño Vinicius de Moraes y por el también músico de la misma nacionalidad mundialmente conocido como Toquinho, que puede servir para describir, de una manera sarcástica, los sentimientos de estupefacción, indignación e incredulidad que tienen los suboficiales de las Fuerzas Armadas –y una buena parte de los militares profesionales– por el modelo profesional y retributivo que se les viene aplicando desde hace décadas, con grandes dosis de arbitrariedad, la desidia de todos los grupos políticos y la indiferencia de  una convenientemente manipulada sociedad civil, a la que se le vende  reiteradamente la falacia de que podemos tener unas Fuerzas Armadas profesionales operativas y funcionales con presupuestos de Defensa ridículos, sometidos a complejos ideológicos y de todo tipo.

Aunque esta expresión de origen africano puede tener varias interpretaciones, la más aceptada es que se trata de una forma de protesta ante los que oyen, pero no escuchan y miran, pero no quieren ver. Y esta, por desgracia, es la actitud que han venido mostrando todos los actores políticos y los responsables ministeriales desde que en el año 1989 fuese aprobada la Ley 17/1989, reguladora del Régimen del Personal Militar Profesional, en aras de una modernización  y profesionalización de las Fuerzas Armadas que, con el paso de los años y las sucesivas leyes de personal aprobadas con posterioridad, han supuesto un auténtico retroceso de los derechos y expectativas que hasta esa fecha tenían los suboficiales y, al mismo tiempo, denigrado  hasta límites injustificables la profesión militar.

Y de este constante retroceso de expectativas y derechos que ha afectado muy negativamente a la carrera profesional, a la promoción y a la propia dignidad de los suboficiales, se le han remitido exhaustivos informes a autoridades políticas y militares que fueron expuestos detalladamente tanto en la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados como en el Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, la tónica general es que nadie quiere ver ni escuchar nada de lo que se les dice o, lo que es todavía más grave, niegan lo evidente.

Por un lado, está el mensaje de la ministra de Defensa y su equipo ministerial, de falso diálogo, imposición y trágala permanente, que se dulcifica en los medios de comunicación con enorme éxito a base de constantes halagos y mucho supuesto cariño hacia sus subordinados, pero que esconde una cruda realidad de descontento y desmoralización que está llegando a todos los niveles de la Institución. Por otro, tal vez el más hipócrita, están los que tratan de vender el mantra de que todo se soluciona con los manidos valores militares, que según parece son el milagro que da de comer a las familias y les compensa por normativas erradas o por una legislación disparatada que ha reducido sus carreras militares a esperar el “simple transcurso de los años”, como denominaba despectivamente al servicio activo una antigua subsecretaria de Defensa.

Pero, como ha sucedido en tantas ocasiones, no debemos engañarnos si a partir de ahora aparecen en los medios falsas promesas de mejoras futuras, porque tras más de treinta años del inicio de la profesionalización y otros diez desde la puesta en marcha del Consejo de Personal, no se ha producido ni una sola iniciativa ministerial dedicada a mejorar significativamente la profesión militar. Por el contrario, los pequeños avances que se han obtenido han sido fundamentalmente fruto de sentencias de los tribunales de justicia, tras los recursos presentados por las asociaciones profesionales o por militares a título individual, lo que es un claro ejemplo del inmovilismo recalcitrante que impera en el ministerio de Defensa.

La ignominia, porque así hay que definirla, es cada día más grande y parte de un fraude o engaño cometido mediante el Real Decreto 247/2001, de 9 de marzo, por el que se adelantó la suspensión de la prestación del servicio militar al 31 de diciembre de 2001, con los aplausos hipócritas de los que vendían una “exitosa” profesionalización y los que desde hacía años promovían un boicot de la llamada “mili”. En consecuencia, se pusieron en marcha las Fuerzas Armadas profesionales con militares mal retribuidos y con una carrera militar sometida a una legislación arbitraria manifiestamente mejorable en todos los aspectos. ¿Qué podía salir mal? Pues lo que le sucede a cualquier empresa que paga sueldos ridículos y que ofrece pocos incentivos a sus trabajadores: que el reclutamiento fue desde el principio muy dificultoso y se tuvieron que dedicar ingentes recursos económicos para publicidad y a incentivar el alistamiento de españoles y extranjeros.

Y, aun así, debido a la constante inseguridad jurídica, a que continúan las bajas retribuciones y al escaso reconocimiento profesional y de la formación militar, actualmente se están produciendo signos alarmantes en el colectivo que obligarían a actuar de manera inmediata a cualquier departamento de recursos humanos que tuviera un poco de sentido común y conocimiento de la situación real del personal de su empresa. Porque es una insensatez mirar para otro lado o taparse los oídos cuando eres plenamente consciente de que las mujeres y los hombres bajo tu mando contemplan como cada vez son más los servidores públicos que aumentan sus derechos profesionales y retributivos sin que sus jefes directos pongan la excusa del presupuesto para no concederlos.

De este modo, en los últimos años se ha aprobado la aplicación de coeficientes reductores aplicables a la jubilación de los policías locales (que ya disfrutaban de salarios y condiciones laborales muy ventajosas); se ha iniciado una importante equiparación salarial de policías y guardias civiles con los policías autonómicos y se han mejorado los ya de por sí excelentes sueldos y la carrera profesional de los mencionados policías autonómicos y del personal de  bomberos, que también tenían derecho a coeficientes reductores para la jubilación entre otros beneficios. Y también se están estudiando mejoras en la jubilación para los profesionales de la Sanidad.

Entonces, señoras ministras de Hacienda y Defensa, ¿cómo se pagan estas retribuciones y condiciones laborales de todos estos profesionales? Pues a cargo de unos presupuestos que tienen que retribuir adecuadamente a los que ejercen su profesión con ciertas singularidades, como son la peligrosidad, la penosidad, la turnicidad, la nocturnidad, etc. Así es y así se hace con todo tipo de trabajadores públicos o privados, menos con los militares.

Por tanto, en base a los argumentos utilizados públicamente por la ministra de Trabajo y otros miembros del Gobierno cuando hablan de legislación laboral y de derechos (también económicos) de los trabajadores, y aunque digan despectivamente una y otra vez que los militares no deben compararse con nadie (ya dirán algún día con quién se pueden comparar), estamos ante un caso flagrante de explotación laboral, arbitrariedad y fraude, porque no se incluyen en los Presupuestos Generales del Estado las partidas que deberían dedicarse a retribuir la singularidad de la profesión militar, que no debe ser ni más ni menos que la del resto de servidores públicos que la tienen reconocida presupuesto tras presupuesto sin que ninguna autoridad se atreva a negársela.

Para finalizar, dejamos unas preguntas retóricas dirigidas, sobre todo, a quiénes hoy tienen poder de decisión:

¿Qué dirían los funcionarios o el personal laboral de cualquier institución local, autonómica y estatal o los trabajadores de las diversas empresas públicas y semipúblicas, si cada dos semanas se les obligase a realizar un “trabajo continuado” de 24 o 48 horas sin salir de sus dependencias?

¿Qué dirían si después de ese “trabajo continuado” tuviesen que realizar otra jornada o jornadas de 24 o más horas extras y no ver a sus familias durante todo ese tiempo?

¿Qué dirían si por todos estos trabajos continuados o en festivos no percibieran retribución extraordinaria alguna?

Son muchas más las preguntas que se pueden formular, pero la respuesta sería siempre la misma (y unos cuantos improperios más): “A tonga da mironga do kabuletê”, por supuesto. Porque todos se reirían en la cara de la autoridad que se atreviera a plantearles semejante “oferta” de jornada laboral. Y ese debe ser el motivo de que no haya más casos como el de los militares profesionales en ninguna otra institución pública o empresa privada. Porque lo más grave del asunto es la consideración de parias de la sociedad y el desprecio que mantienen hacia los militares todos aquellos que justifican la ignominia que estamos denunciando.

La entonces flamante nueva ministra de Defensa, Margarita Robles, explicó a las asociaciones profesionales militares en 2019, en el primer pleno extraordinario sobre retribuciones, que el Ministerio de Defensa tenía un plan para mejorarlas, pero que no podía hacerles partícipe del mismo para no caer en electoralismo semanas antes de las elecciones generales tras las que revalidó el cargo. Desde entonces, y pese a las continuas solicitudes, quejas, reivindicaciones –incluidas concentraciones y manifestaciones en la vía pública-, otro pleno extraordinario, una comisión de trabajo… el Plan de Retribuciones Militares (PRM) no ha dado señales de vida. El secreto mejor guardado del Ministerio de Defensa.

 

Tras salir a la luz el robo de documentos realizado por Pegasus a la ministra Robles se aclara la sospechosa desaparición del Plan de Retribuciones Militares ministerial. Fuentes bien informadas pero que por secretas no podemos desvelar afirman que no es que no existiera, es que todas sus copias fueron robadas por Pegasus, con lo que el golpe dado por este sistema habría llegado al lugar considerado como más inaccesible en Defensa. Esto explica que el ministerio continúe dando largas y creando continuas cortinas de humo respecto a las retribuciones del personal de las Fuerzas Armadas, por lo que este sufrido personal sigue con sus paupérrimas nóminas.

 

Quitándole al Ministerio de Defensa la posibilidad de implementar el PRM la potencia que está detrás de Pegasus se garantiza que los militares sean el personal peor pagado de la Administración y que no tengan muchos motivos para sentirse valorados por su Estado, con lo que la operación de sustracción busca socavar la moral del personal militar.

 

¿Reaccionará el Ministerio de Defensa al robo diseñando un nuevo plan para dignificar el salario de las tropas y subir su moral?