El cartucho 'totalmente inerte', matiza un portavoz de Defensa, estaba cargado de arena. Es uno de los señuelos que se utilizan en las maniobras para probar la eficacia del sistema de combate antimisiles del buque, uno de sus principales atractivos desde el punto de vista de la estrategia militar. Este señuelo se disparó 'inesperadamente' y salió despedido hacia el mar, relataron los servicios de emergencias. El 112 alertó primero a los bomberos municipales de Ferrol de la deflagración en el buque y éstos derivaron el aviso a los efectivos contraincendios del propio Arsenal, que no habían sido notificados. Se desplazaron hasta la fragata y supervisaron la zona en la que se registró la explosión aunque no llegaron a intervenir porque ya no había fuego a bordo. En el muelle, dos ambulancias asistieron a los seis marineros heridos, cinco de carácter leve y un sexto con dolores internos y heridas en los ojos que fue trasladado al hospital universitario (CHUF).
En un primer momento, fuentes de Defensa en el Arsenal restaron importancia al incidente asegurando que se había tratado de una explosión muy pequeña, 'el equivalente a un petardo', manifestó un portavoz militar. “No pasó nada para lo que pudo pasar”, corrigen los servicios de emergencias que intervinieron. La Armada ya ha iniciado una investigación para 'esclarecer los hechos'. Como primera medida, informaron en una nota, han 'prohibido' la realización de nuevas pruebas de este tipo hasta averiguar las causas del fallo.
En diciembre del 2005, en el mismo escenario, dos militares de 20 y 28 años perdieron la vida abrasados en la explosión de una caldera en la fragata 'Extremadura' durante la guardia de madrugada. La investigación del accidente se enredó en los tribunales militares a raíz de las denuncias previas de un cabo, que acabó por dejar la Marina, y que insistía en que había alertado repetidas veces a los mandos del mal estado de la caldera de popa con niveles de cloro por encima de lo recomendado. La Armada atribuyó el siniestro mortal a la 'fatiga de los materiales' de una fragata vieja con más de tres décadas de mar bajo sus quillas y admitieron que no había superado todas las revisiones precisas. El caso llegó al Supremo, que en marzo del 2013 ratificó la absolución del oficial de máquinas acusado de negligencia mientras las familias de las víctimas siguen reclamando una compensación al Estado por la pérdida de dos vidas
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