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¿Y con quién se puede equiparar un militar?

Con la celebración del Día de las Fuerzas Armadas de este año 2019, como viene siendo habitual, los militares hemos estado sometidos durante unos días a un constante bombardeo de halagos caramelizados, a hipócritas sobreactuaciones de algunos políticos o autoridades y, también hay que reconocerlo, al cariño y al respeto de una buena parte de la sociedad civil.

Las demostraciones, las exposiciones de armamento y material y, sobre todo, los vídeos elaborados para la ocasión, han mostrado a los ciudadanos la vida diaria de unos profesionales cuyos cometidos, no exentos de riesgo y que requieren una especial preparación física y técnica, son continuamente despreciados e ignorados por quienes tienen que fijar sus retribuciones.

Da igual que tengas que patrullar por desiertos o selvas lejanas y desactivar minas o artefactos explosivos; que te veas sometido a situaciones de fuego real tanto en tu instrucción como en los despliegues en zona de operaciones; que seas paracaidista, buceador de combate, escalador, desactivador, etc.; que las autoridades civiles requieran tu presencia urgente en todo tipo de emergencias o catástrofes; que pilotes aeronaves, que las repares o que ejerzas como controlador aéreo; que te pases más de doscientos días al año fuera de casa navegando por todos los mares o en despliegues para garantizar la seguridad y la defensa… Todo da igual, hasta la verdad incómoda de que un militar puede realizar en tan solo una semana la jornada laboral real que otros servidores públicos o los trabajadores en general tienen que cumplir en un mes.

Sin embargo, y ahí están las hemerotecas para todos aquellos que adolezcan de frágil memoria, diversas autoridades ministeriales y algunos portavoces de grupos políticos vienen diciendo con mucha asiduidad que tú, militar profesional, no te puedes equiparar con otros servidores públicos o con profesionales que tienen cierta singularidad en lo relativo al riesgo o a la penosidad de su actividad. De este modo, sin ningún rubor o vergüenza, son capaces de decirte que no te puedes equiparar con los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, con los bomberos, con los marinos mercantes… y hasta con los jardineros de algunos ayuntamientos que cobran tres veces más por desarrollar sus peligrosos cometidos diarios.

Según ellos no eres equiparable y punto, porque nada ni nadie puede pretender que la realidad de los hechos rompa su discurso o les haga salir de la zona de confort en la que viven casi permanentemente. Mientras tanto, aunque ahora traten de justificar la negativa a la revisión del salario de los militares diciendo que hay muchos empleados públicos a la cola, lo cierto es que la merecida equiparación salarial de policías y guardias civiles ha producido una situación cuanto menos compleja y sorprendente, porque cualquier recién egresado de esos cuerpos tiene ya un salario neto superior a un teniente recién salido de la academia, a la práctica totalidad de los suboficiales y a toda la tropa y marinería de las Fuerzas Armadas.

Lo dicho, ¿hay alguien ahí?

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