ASFASPRO exige trato digno para la profesión militar sin más excusas.
Santa Cruz de Tenerife, 5 de junio de 2025 – Protagonistas en los últimos años por el brillante papel desempeñado por los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas durante las sucesivas crisis (pandemia, volcán de La Palma, DANA en tierras valencianas, incendios, nevadas, terremotos…) y con los medios de comunicación y la sociedad entera reconociendo su labor, la ministra Robles ha sido incapaz de solucionar ni uno solo de los problemas de este sufrido y sacrificado personal:
Nunca es buen momento para dotar de unas condiciones laborales adecuadas al personal militar. La prestación del servicio militar obligatorio, la mili, se suspendió en 2001, pero llevamos más de veinte años sin que los militares profesionales sean tratados como verdaderos profesionales. Por causas ajenas y por causas internas. No se retribuyen las horas extra, los servicios, las guardias ni las maniobras. No son pocas las dificultades para conciliar la vida profesional y la familiar, más aún entre la península y las islas. Una insularidad escasamente compensada económicamente.
Recientemente se ha aprobado el Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa. De nuevo se ha perdido una oportunidad para dotar de condiciones dignas al personal militar. Utilizando la misma técnica de dedicar buenas palabras y de reconocer al personal como el primer pilar de la defensa, cuando se llega a los conceptos presupuestados, al personal se le dedica un escaso 6’48% que no permite resolver nada.
También resulta quimérico plantearse un aumento de 7600 militares más, ¿quién va a venir conociendo las nefastas condiciones profesionales de los militares? No solo no van a venir esos 7600 sino que las Fuerzas Armadas van a seguir perdiendo efectivos. ¿A quién queremos engañar? Llevamos años explicando que sólo es posible mejorar el reclutamiento con una carrera y unas retribuciones dignas; se nos pide mucho -hasta dar la vida en cumplimiento de la misión- y se nos da bien poco (poca paga, muchas horas de servicio, poco reconocimiento académico…). ¿Dónde está el quid pro quo?
Con palabras huecas -por bonitas que sean- ni con medallas gratuitas -que acaban siendo abalorios- se reconoce de manera digna la profesión militar ni el sacrificio de quienes la desempeñan. Necesitamos más hechos y menos palabras.
A quien corresponda, que mueva ficha, que ya va siendo hora.
¡Feliz Día de las Fuerzas Armadas!