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Del rescate al olvido, FAS congeladas

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La naturaleza se empeña en mostrar a los españoles el trabajo que las Fuerzas Armadas (FAS) desarrollan en beneficio de toda la ciudadanía. Desde principios del 2020 la pandemia del COVID-19 y ahora el temporal Filomena están poniendo en valor al personal de las FAS (los paracaidistas despejando de hielo y nieve las calles de Toledo constituyen un buen ejemplo).

Esta abnegación recibe a cambio huecas palabras pero no hechos que solucionen nuestros graves problemas. Los Presupuestos Generales del Estado siguen sin contemplar medidas de calado para dignificar las “muy bajas” retribuciones del militar en activo, pese a que así las calificaba recientemente la ministra Robles.

En cualquier catástrofe las FAS acuden al rescate, pero nadie rescata a las FAS cuando pasa el temporal; no hay quid pro quo cuando se trata de corresponder con retribuciones dignas o con compensaciones sociales. Otro ejemplo reciente nos la da la Comunidad de Madrid cuando arbitra medidas como las de la Mesa de Apoyo a las FCSE (BOCM 317, de 30 de diciembre de 2020) con arrendamientos de viviendas a precios reducidos, transporte público gratuito, reducción en precios de comedores escolares o gratuidad en instalaciones deportivas. Medidas que excluyen a los soldados mileuristas que han despejado de hielo y nieve los accesos a los hospitales madrileños, sin mirar si lo han hecho en festivo o en laboral, de día o de noche. Para eso sí valemos los militares, pero para concedernos cualquier compensación real no, nadie piensa en nosotros.

En las Fuerzas Armadas clamamos desde hace tiempo por el reconocimiento a nuestra formación, y la respuesta del Ministerio de Defensa viene siendo el silencio. Aunque esta semana nos ha sorprendido la publicación de la Instrucción 2/2021, de 8 de enero, de la Subsecretaria de Defensa, sobre normas en centros docentes, insistiendo en que estudiemos los valores constitucionales. Una norma completamente innecesaria y que constituye una auténtica cortina de humo para desviar la atención de nuestros problemas reales. Los militares llevamos estudiando la Constitución Española y los valores constitucionales desde el día siguiente a su promulgación, en la enseñanza de formación y en cada curso de ascenso, y estamos comprometidos con nuestra sociedad, por lo que la instrucción no aporta nada nuevo. Pero desvía los focos de nuestros problemas sin resolver: una carrera y unas retribuciones dignas.