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Pascua Militar. Hechos, realidades y falsas promesas

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No se equivoque el lector con la fecha, esto no es una carta a los Reyes Magos. Tampoco la fecha es una casualidad, el día 6 de enero es la Pascua Militar y asistiremos a largos parlamentos en el Palacio Real. Versarán sobre la Defensa Nacional y habrá grandilocuencia, además de halagos a los hombres y mujeres que formamos las Fuerzas Armadas. Lo hemos oído ya todo, y se resume en un “Que buenos que sois, y sobre todo qué baratos, que dais vuestra vida en cumplimiento de la misión a cambio de buenas palabras”.

Habrá quien interprete este escrito como descortesía, como falta de vergüenza, otros incluso creerán que detrás hay falta de espíritu militar o hasta de disciplina. Al contrario, la disciplina y el espíritu militar llevan a describir la realidad cuando ésta no gusta a los oídos, y creemos que la Defensa Nacional y los españoles se merecen una reflexión seria, serena y, por encima de todo, veraz. La triste realidad de nuestras Fuerzas Armadas en este inicio de 2020 es la demostrada incapacidad de la institución para retener el talento, a causa de la falta de una carrera motivadora, de retribuciones dignas y justas, de condiciones de vida y trabajo adecuadas a la realidad social. La respuesta lógica hubiera sido buscar las causas y procurar poner remedio, generando una carrera militar atractiva para todas las categorías militares. En su lugar, el Ministerio de Defensa se dedica a dificultar la salida de sus militares aplicando la máxima “si no quieres arroz, toma dos tazas”.

 Qué lejos y a la vez tan cerca nos encontramos de los inicios del Ministerio de Defensa y de su primer titular, el general Gutiérrez Mellado, allá por julio de 1977. Tan cerca en los problemas, tan lejos en las actitudes. En aquella época se procuraba conocer los problemas, “prestando especial atención a los temas de personal”1, como primera premisa para resolverlos. No se percibe esa preocupación en el ministerio actual. Sin embargo, sí nos encontramos con problemas comunes en ambas épocas, como las retribuciones insuficientes y la falta de atractivo de la carrera.

En los 70, como hoy, las retribuciones de los militares necesitaban ser equiparadas a las de sus homólogos civiles. Algo se hizo entonces, pero se fue perdiendo a lo largo del camino trascurrido, puesto que en la actualidad nos duele comprobar la incapacidad del Ministerio ya no para abordar el problema después de que en la ya lejana Pascua Militar de 2018 la entonces Ministra de Defensa anunciara el estudio de las retribuciones, sino siquiera para encontrar los menos de 14 millones de euros que podrían solucionar la pérdida del 20% de los complementos del personal en reserva al cumplir 63 años. Caso único de doble pérdida en esta situación, lo cual resulta más sangrante cuando a partir de los 59 años un policía local puede jubilarse cobrando íntegramente la pensión2, mientras que con esta edad al militar se le puede enviar a primera línea en el desierto de Mali o en las montañas de Afganistán a dormir en el suelo.

Dos años trascurridos sin avance alguno, cuando para otros colectivos homologables los diferentes gobiernos han sido capaces de encontrar centenares de millones, y las diferencias entre unos y otros servidores públicos suman y siguen.

A principios de los 70 preocupaba “la falta de atractivos que ofrecía la carrera a los suboficiales”3 y se procuró darles una carrera atractiva, con la Ley de creación de la Escala Básica de Suboficiales en el Ejército de Tierra, la de Especialistas de la Armada y la de Reorganización el Ejército del Aire. En aquellos tiempos los números de la Benemérita promocionaban opositando para ser suboficiales de las Fuerzas Armadas. Las cosas han dado al traste con el atractivo de la carrera, han cambiado mucho cuando entre los suboficiales de las Fuerzas Armadas de este 2020 los subtenientes (que han visto la deriva de la escala) están ansiosos por cumplir la edad de pase a la reserva y quitarse de en medio, y los sargentos están opositando para quitarse los galones y ser guardias civiles rasos. Descender de categoría para mejorar, lo que no sucede en ningún otro ámbito laboral. La suboficial –brigada- de Operaciones Especiales tan efusivamente saludada hace poco por la señora Ministra de Defensa tiene una nómina y una carrera militar muy por debajo, a años luz, de las de los guardias civiles y policías rasos recién salidos de sus centros de formación. Esta situación no es normal ni admisible, y necesita ser corregida.

En los 70 un teniente de las Fuerzas Armadas tenía la equivalencia a un licenciado universitario; los suboficiales estaban al nivel de maestros, enfermeros y subinspectores de policía. Hoy, para tener acceso al empleo militar se necesita un título civil muy flamante pero que no habilita realmente para nada y se impide en la práctica la promoción profesional para nuestros militares: para ser teniente un sargento tiene que cursar prácticamente lo mismo que un estudiante que ha terminado Bachillerato ¿dónde está la valoración de su formación y de su experiencia? En ningún lado.

Mientras tanto, no hay problema alguno en que en otros ámbitos homologables el empleo tenga una equivalencia a un nivel de enseñanza determinado, como recientemente se ha hecho con los policías locales y autonómicos4.

No, ni esto es una carta a los Reyes Magos ni los militares añoramos la dictadura franquista de la que como hemos visto salimos en tan malas condiciones profesionales. Pero la primera premisa para cumplir con nuestro trabajo, que es afrontar el combate en las mejores condiciones, es ser realista y ver con qué contamos. Y para ello, ahora que podemos, es necesario exponer crudamente nuestra realidad, sin paños calientes. El Ministerio de Defensa necesita en 2020 el talante del general Gutiérrez Mellado, que afronte los problemas de personal y que se remangue para solucionarlos. Las armas, los vehículos, los aviones y los barcos siempre se pueden comprar, pero un combatiente capacitado no se tiene de hoy para mañana, y no podemos seguir perdiendo nuestro capital humano. De no ser así la operatividad de nuestras Fuerzas Armadas no se podrá mantener y caerá igual que se han caído varias aeronaves. Las palabras en los entierros no nos valen.

No, tampoco es preocuparse por el personal militar cuando nos encontramos con deficiencias en equipamiento, material, instalaciones… como consecuencia de una reiterada falta de presupuesto para la defensa. Es necesario abordar con rigor todos los problemas, y cambiar el chip, modificando el punto de vista: el gasto en Defensa no es gasto, es inversión de futuro. Si una sociedad no es capaz de proveer a su seguridad no permanecerá como tal sociedad organizada, si vis Pacem para Bellum.

No queremos que nos digan que somos los mejores, esto cuenta tanto como nuestras actuales retribuciones, es decir, muy poco. Lo que queremos es un trato digno, es lo mínimo que nos merecemos, un poco de respeto. Esto incluye valorarnos en lo que toca, valorar nuestra formación, valorar nuestro trabajo y retribuirnos de forma justa y digna. Cuando esto no sucede, cuando no se trata al militar con respeto, las consecuencias no pueden ser positivas. Ni mucho menos somos originales, avisos parecidos se elevaron en los ejércitos españoles de América a fines del siglo XVIII y no fueron atendidos. El resultado fue que treinta años después de la recuperación de Menorca (1782) -que conmemoramos en la Pascua Militar- empezaron a perderse aquellos virreinatos. No queremos otro déjà vu.

Una de las fuerzas políticas que va a formar parte del gobierno en estos días proponía en su programadignificar las retribuciones de nuestros y nuestras militares sin más excusas ni retrasos y equiparar derechos”. También reconocía que “es urgente aproximar las condiciones sociolaborales de nuestras y nuestros militares, tanto a las de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado como a las de las y los funcionarios públicos en general, así como revisar el sistema para compensar los excesos en la jornada laboral”. En esto deberían estar de acuerdo todos los partidos del arco parlamentario, por lo que no parece que deba haber problemas en su implementación. Falta lo más importante, pasar de las palabras a los hechos y hacen falta cambios en la cúpula del ministerio para hacerlos creíbles.

No, no es una carta a los Reyes Magos, es una demanda de hechos, de justicia, de respeto, porque palabras ya hemos escuchado muchas y todas se las ha llevado el viento.

Feliz Pascua Militar.


1 Puell de la Villa, Fernando (1997): Gutiérrez Mellado. Un militar del siglo XX (1925-1995), Biblioteca Nueva, pág. página 180-181.

2 Real Decreto 1449/2018, de 14 de diciembre, por el que se establece el coeficiente reductor de la edad de jubilación en favor de los policías locales al servicio de las entidades que integran la Administración local.

3 Puell de la Villa, op. cit. página 181.

4 Orden EFP/1241/2019, de 19 de diciembre, por la que se establece la equivalencia genérica del empleo de Policía de las Comunidades Autónomas y de los Cuerpos de Policía Local al título de Técnico correspondiente a la formación profesional del sistema educativo.