El personal de las Fuerzas Armadas de nuevo al rescate de sus conciudadanos, ciudadanos europeos y allegados en cualquier rincón del mundo. Sin preaviso… siempre al pie del cañón, pero nunca para ser tratado con respeto por quienes le envían a la incierta aventura.
MADRID, 25 de abril de 2023 – Al frente un paso, sin rehusar, sin ni por un momento plantearse los riesgos y peligros que tendrán que sortear (en Sudán meterse en medio de los combates de una guerra civil); como siempre, el personal militar de las Fuerzas Armadas sacrificándose para solucionar una crisis. Otra más.
Como siempre, el pobre militar español, el profesional peor pagado con diferencia de toda la Administración Pública, el único que mata o muere cumpliendo con su trabajo, se prepara también para recibir exclusivamente buenas palabras, halagos y halagos falaces que no sustentan ni una retribución justa ni unas condiciones de trabajo adecuadas. No, la triste situación del militar puede ser calificada de muchas maneras, pero no de ilusionante. Los hombres y mujeres que vuelven de la operación -de esta y de cualquier otra- no podrán decirles a sus familias que su esfuerzo y su sacrificio se verá recompensado.
Cuando los cónyuges les pregunten si esos anunciados 4700 millones de €uros para planes de armamento no podrían haberse complementado con unos modestos 300 millones para adecentar un poco su paupérrima nómina, la respuesta está clara, todo para la industria, nada para el personal. Claro, si el personal participante en operaciones en el extranjero –y muchos otros- fue excluido del aguinaldo de 70 millones repartido alegremente en noviembre de 2022 en lugar de subir complementos para todos en 2023, qué se puede esperar ahora.
Al final va a resultar que la culpa del maltrato retributivo a los militares no es de la ministra de Defensa ni de la cúpula militar, es de Calderón de la Barca. En qué mala hora allá por el siglo XVII se le ocurrió escribir aquello de “…honor y vida son caudal de pobres soldados…”. Claro, esto le cuentan las altas esferas a la ministra de turno y ésta se ve en la obligación de asegurarse de que los soldados, los militares, sean, efectivamente, pobres, como decía Calderón.
Un fuerte abrazo a los compañeros que se han jugado la vida sobre el terreno y han finalizado con éxito completo la evacuación en Sudán, y nuestro agradecimiento a sus familias, por estar siempre a su lado y apoyarles en cualquier circunstancia.
BRAVO ZULÚ[1]para todos ellos.