Aquella era, en palabras del Pascual Maragall, una Barcelona «con los valores de la pluralidad y modernismo, sentimiento y razón, interés por la tradición y gusto por la vanguardia, modernismo y novecentismo, afición a lo propio y sensibilidad por lo que aportan otra gente».
Era el 28 de mayo de 1989 y Barcelona acudía fiel a su cita con la Armada para «apadrinar» al buque insignia de la Armada Española. Tradición y vanguardia. Bandera de Combate al mascarón de proa tecnológico de nuestros mares. Ciudad puerto de Colón.
Pese a los esfuerzos que se han venido realizando en los últimos tres años (con la barcelonesa Carme Chacón y el actual ministro Pedro Morenés a la cabeza) finalmente el nuevo buque insignia de la Armada, el BPE «Juan Carlos I», no recibirá la Bandera de Combate en el puerto de Barcelona. Sus autoridades se han negado en rotundo.
Finalmente la ceremonia de entrega de la Bandera de Combate al buque insignia de la Armada será en Cádiz este mismo martes. El acto lo preside Su Majestad la Reina, que a su vez ejerce de madrina durante la ceremonia.
Hoy el alcalde barcelonés, Xavier Trias (CDC), se mofa de la derrota de la candidatura olímpica madrileña para el 2020, las instituciones catalanas ningunean la España de las Autonomías con un referéndum que no encaja en la Constitución al ritmo de “España nos roba” y Barcelona, me temo, ya no desea representar a todo el país. Barcelona incluso falla a su Armada.