Hace un par de años se dispararon todas las alarmas cuando el Ministerio de Defensa anunció su intención de cerrar la academia de suboficiales. Talarn y la vecina Tremp, la capital de la comarca con unos 5.000 habitantes, se echaron a la calle para defender uno de sus principales activos económicos. La academia no solo acoge a unos 500 alumnos cada año, sino que los cadetes reciben visitas cuando hay jura de bandera o entrega de despachos, con todo lo que eso supone para hostales, restaurantes, bares o tiendas.
«La última vez que hablé con el ministro [de Defensa, en septiembre], en el inicio del curso, me dijo: ?No me pidas lo que ya estoy cumpliendo?», señala Oliva. Es decir, la academia se mantiene abierta. Aunque los cursos son más cortos, acoge también materias de especialización.
Una base extranjera
«Defender la academia no tiene nada que ver con la ideología de cada uno», dice. ¿Qué pasaría con la academia en caso de independencia de Cataluña? «Acaso Rota no es una base extranjera?, con Talarn podría pasar lo mismo», remata.
Hay un arraigo económico, pero también muy personal. «No es extraño tener un familiar casado con un militar», señala una restauradora de la zona. «Queremos la academia porque ya es parte de nosotros, nos da mucho, algunos tenemos el corazón partido, pero hay que vivir aquí para entenderlo, si cierran el centro, ¿qué hacemos?», se pregunta. Miquel, de Cal Morralet, un pequeño restaurante de Tremp, pone cifras: entre 200 y 300 personas de la comarca trabajan en la academia, ya sea en las oficinas o como cocineros.