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Suboficiales, la solución que no llega

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Desde el comienzo de nuestra andadura como asociación profesional hemos tratado de evidenciar el alto grado de inseguridad jurídica al que estuvimos sometidos los suboficiales de las Fuerzas Armadas durante estas últimas décadas. Los continuos cambios de las reglas de juego y la aprobación de disposiciones –claramente injustas y contrarias a las normas más elementales de cualquier ejército– como las disposiciones transitorias séptima y octava de la Ley de la carrera militar, han truncado trayectorias profesionales y minado la moral de todo un colectivo; todo ello sin la intervención de principios, tantas veces mencionados en muchos discursos, como la igualdad, el mérito o la capacidad.

La interpretación de determinada frase, la elección de una preposición o la colocación de una coma en el texto de cualquiera de las normas publicadas han sido, en algunos casos, el origen de las situaciones a las que nos referimos, no pudiendo afirmarse, a día de hoy, que éstas hayan sido corregidas en modo alguno. Así, la palabra “desde” hace posible que algunos suboficiales puedan pasar a la situación de reserva y ascender al empleo de teniente habiendo cumplido solamente veinte años de servicio activo como militares de carrera. Mientras, la mayoría de sus compañeros se ven obligados a perfeccionar hasta cuarenta, e incluso más, para conseguirlo.

De igual manera, la peculiar lectura que se hizo de la frase: “y que no tuvieran limitación legal para alcanzar el empleo de subteniente” significó la quiebra, entre otros, de los principios de jerarquía y antigüedad y el incumplimiento permanente, en lo relativo a la ordenación del personal en situación de reserva, del artículo 23.3 de la Ley de la carrera militar. Por este motivo, el último del escalafón tiene mayor antigüedad en el empleo de teniente que el que ocupa el primer lugar, inexplicable pero cierto. Ni retorciendo la ley ni dándole la vuelta, se puede llegar a semejante interpretación de la misma. Con doctrinas como esta se podría afirmar también que el personal que obtuvo el ascenso al empleo de teniente –estando en situación de reserva desde hace más de veinte años y, en algunos casos, habiendo alcanzado solo el empleo de sargento en servicio activo– tampoco tendría limitación legal para ascender al empleo de coronel. Pero lo cierto es que sí la había para ambos casos, aunque la disposición transitoria séptima obró el milagro. Para ello tuvo que pasar por encima de las condiciones establecidas para el ascenso en la legislación vigente de cada Ejército para los distintos empleos y escalas, obviando conceptos tan importantes como el de tiempo de mando y servicios efectivos.

¿Se puede relativizar hasta estos extremos el tiempo de servicio en las Fuerzas Armadas? Rotundamente no, pero lo que nos preocupa es que se puedan cometer de nuevo los mismos errores para decidir quiénes pueden solicitar el pase a la reserva o para solucionar la disposición transitoria séptima.

Este tiempo se traduce –y no nos cansaremos de repetirlo– en una actividad profesional que incluye jornadas de 24 horas; guardias de orden y servicios de varios días de duración; ejercicios tácticos, jornadas continuadas, permanencia en zona de operaciones, comisiones, etc. Es, por tanto, el cumplimiento de una jornada laboral real, durante la mayor parte de la carrera de un suboficial, muy superior a la de la gran mayoría de empleados públicos y conlleva la disponibilidad permanente para el servicio, lo que condiciona la vida personal y familiar. Si a lo anterior le sumamos la cada vez más obligada movilidad geográfica cada pocos años, la vocación, el espíritu militar o la satisfacción del deber cumplido, pueden no ser suficientes para justificar la nula conciliación de la vida familiar y laboral y el quebranto económico que producen esos necesarios y obligados, para la propia carrera del militar, cambios de destino.

Pero la Ley de la carrera militar nos ha dejado además un sistema de evaluaciones y ascensos manifiestamente mejorable, con continuos cambios de normas y criterios y con el subjetivo IPEC, que se ha demostrado como una herramienta injusta y con demasiado peso a la hora de valorar las cualidades profesionales del militar. Tampoco ayuda a la autoestima de los suboficiales la escasa o nula promoción profesional, con unos límites de edad ajenos a la realidad actual de la escala: el 5,3 % con menos de 31 años de edad y el 70 % con más de 40; sin reconocimiento de la formación, trayectoria profesional o titulaciones universitarias y con unos planes de estudios excesivamente largos. En resumen, en la mal llamada “columna vertebral” de las Fuerzas Armadas están ausentes los principios fundamentales que rigen la Institución, principios que se respetan escrupulosamente en la Escala de Oficiales. Tal vez sea ese el motivo de que el horizonte profesional de los sargentos recién egresados de las academias de suboficiales sea equivalente a la nada más absoluta.

Todavía no se ha puesto en marcha la Subcomisión de Reforma del régimen transitorio de la Ley de la carrera militar, pero los suboficiales estamos muy preocupados y en alerta. Estamos en esta situación porque mucho nos tememos que los cambios que tendrían que corregir los graves errores cometidos en el pasado se conviertan en realidad en pequeños parches o declaraciones de intenciones, y el solo hecho de pensar en otra etapa de inestabilidad profesional y reclamaciones judiciales, nos inquieta enormemente a la vez que desmoraliza.

Parece ser, aunque nadie lo dice abiertamente, que el modelo que se quiere para los suboficiales es el anglosajón. Pero cuando se defienden a ultranza sus virtudes, solo aplicables para “unos” claro, conviene saber de qué estamos hablando exactamente. Basta con echar un vistazo a lo que ofrece dicho modelo para darnos cuenta de que nos están tomando el pelo y que, en realidad, no hay ni la más mínima intención de llegar a algo parecido, porque si estuviéramos equivocados, los militares y sus familias serían lo importante, además, la antigüedad o el tiempo de servicio no se convertirían en un demérito, como viene sucediendo en nuestras Fuerzas Armadas cuando se trata de valorar la trayectoria de un suboficial.

Para más información del modelo anglosajón puede visitar el siguiente enlace:

http://www.todaysmilitary.com/military-careers/life-after-the-military?lang=esp