La primera conferencia de Rajoy en el más importante centro de estudios militares de España, que acaba de cumplir medio siglo, tenía carácter académico, pero era imposible no comparar su práctica política con su teoría del liderazgo. "El líder es aquel que se sitúa por delante de los demás y abre camino por lugares intransitados. Este saber dónde se está, hacia dónde se quiere ir y aventurar razonablemente cómo se puede llegar, y por supuesto no aceptar presiones de nadie, son la esencia de las reglas para sobrevivir como líder".
El presidente adviritó a varios cientos de oficiales, españoles y de otros 23 países, que "las situaciones requieren soluciones que no están en los manuales" y les instó a “reconsiderar una otra vez lo que ayer pensaron y aceptar el cambio necesario", porque las soluciones se basan en “una innovación que no es improvisación”, una mezcla de “imaginación, experiencia y sentido común”.
A los militares les ha agradecido su espíritu de servicio: les ha dicho “España es una patria común por la que vale la pena sacrificarse” y que sus obligaciones son “vencer y sobrevivir, por este orden”. El siglo que acaba de comenzar, ha pronosticado, no será un siglo americano, “pero tampoco pertenecerá a China" ni a ningún otro país. Será "interdependiente, sin un centro de gravedad ni un guardián mundial”, con un enemigo que se ha vuelto “difuso, ilocalizable e impredecible” y un riesgo que solo se presenta como amenaza “cuando se materializa”. A la estabilidad de este mundo, ha subrayado, debe contribuir España, especialmente en el Mediterráneo occidental y África. Entre otros instrumentos, con unas Fuerzas Armadas “creíbles”.
Rajoy ha recordado que España está viviendo “momentos históricos”, en alusión al relevo en la Jefatura del Estado. Los militares eran plenamente conscientes de ellos. Por primera vez en 39 años ayer no celebraron con un brindis la onomástica del Rey cuyo retrato aún preidía la sala. Habrá que esperar a San Felipe.