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Hartos del ninguneo retributivo al que son sometidos los miembros de las Fuerzas Armadas, las principales asociaciones profesionales militares llaman a salir a la calle

Madrid, 09 de septiembre de 2021.

Los militares llevan mucho tiempo protagonizando en los medios las noticias sobre todo tipo de crisis, especialmente en los últimos dos años (pandemia, incendios, nevadas, fronteras de Ceuta y Melilla, evacuación de Afganistán…). En todas ellas han demostrado con creces su profesionalidad y su buena formación. Por penosa, dura, peligrosa o tensa que haya sido la situación.

Se ha publicado el Real Decreto 324/2021, de 4 de mayo, por el que se aprueba la provisión de plazas de las Fuerzas Armadas y de la Escala de Oficiales de la Guardia Civil para el año 2021.
 
Respecto al informe presentado por ASFASPRO en el Consejo de Personal, como novedad y acertadamente, el Ministerio de Defensa ha accedido a eliminar los límites de edad para el ingreso en los Cuerpos de Intendencia, Ingenieros y Cuerpos Comunes, mediante el Real Decreto 309/2021, de 4 de mayo, por el que se aprueba el Reglamento de ingreso y promoción en las Fuerzas Armadas.

Recientemente se ha publicado el Real Decreto 296/2021, de 27 de abril, por el que se modifica el Reglamento de especialidades fundamentales de las Fuerzas Armadas, aprobado por el Real Decreto 711/2010, de 28 de mayo.

En el Ejército de Tierra nos encontramos con que, unos años después de que el Ministerio decidiera modificar las especialidades fundamentales de Infantería y Artillería dividiéndolas en especialidades diferentes, se desanda el camino para volver a los inicios. En aquellos momentos se obligó al personal a decidir por una u otra de las entonces nuevas especialidades (Infantería Ligera o Infantería Acorazada/Mecanizada para unos, Artillería de Campaña o Artillería Antiaérea y de Costa para otros). Al personal que eligió mantener todas las capacidades que le brindaba su formación académica y su experiencia profesional, esto es, mantener ambas especialidades, se le asignó forzosamente de oficio una de ellas. Es decir, se despojó a los afectados de la mitad de las capacidades profesionales que tenían, generándole daños y perjuicios en su carrera profesional (vacantes, cursos, ascensos…). En su momento el personal afectado manifestó sus quejas, que fueron obviadas por completo y, despreciando los legítimos intereses profesionales del personal y la formación cursada, la Administración se negó a mantener como especialidades a extinguir las que se habían obtenido al salir de la academia.

  • Todas las retribuciones de todos los funcionarios han tenido un incremento del 0,9% el 1 de enero de 2021. Los aumentos que se relacionan se refieren a las cuantías de enero del 2021 con el 0,9% ya aplicado.

  • El Complemento Específico tiene dos componentes, el singular (CSCE) y el general (CGCE). En la reserva sin destino no se cobra el CSCE.

  • El CSCE tiene 35 niveles. Los suboficiales ocupan puestos con niveles del 6 al 21.

El nivel 13 y todos los inferiores han tenido un incremento de entre 18€ y 45,6€. Se incluyó en la nómina de febrero.

Aquellos con niveles del 14 al 21 NO HAN TENIDO NINGÚN AUMENTO EN ESTE COMPONENTE. Dicho de otra forma, aquellos que cobran más de 304,34€ de CSCE no han tenido subida.

ASFASPRO lleva ya muchos años exponiendo la precaria situación de las retribuciones del personal de las Fuerzas Armadas. Hay consenso sobre este hecho: tanto el legislativo, Congreso y Senado, como el ejecutivo, las dos últimas ministras de Defensa –de partidos diferentes-, han manifestado la necesidad de aumentar los sueldos militares. Pero la realidad es que los pasos dados son claramente insuficientes.

El BOE publica este miércoles un Real Decreto aprobado el martes, 23 de marzo, que modifica las cuantías del Componente General del Complemento Específico (CGCE) en unas cuantías que oscilan entre 17’12€ y 59’92€ mensuales. Ni son grandes cantidades ni solucionan en absoluto el grave desfase retributivo sufrido por el personal militar. Con maquillaje no se curan las heridas.

El Consejo de Ministros de hoy tiene previsto aprobar un Real Decreto de modificación del reglamento de retribuciones militares que incrementa mínimamente las paupérrimas nóminas de los sufridos militares. Es importante destacar que tras quince años en vigor se trata del segundo retoque en los últimos cuatro meses. Ahora bien, entre ambos el gasto asumido equivale al chocolate del loro, porque un aumento bruto de 40€ mensuales, como les va a suponer a algunos profesionales de la milicia, no es para dar saltos de alegría. Al contrario, habrá quien incluso lo interprete como una tomadura de pelo. Porque tras ver cómo a los compañeros de azul o de verde –que ya estaban bastante mejor retribuidos que los militares de las Fuerzas Armadas hace cuatro años- se les ha subido entre 500 y 600€ mensuales en tres años, tras un plan establecido desde el principio que ha permitido que los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado tengan unas nóminas dignas, las medidas que sobre la marcha se están tomando con los salarios de las Fuerzas Armadas, sin un plan de equiparación, homologación, dignificación o como se quiera llamar, dan la impresión de ser simple maquillaje o limosna.

Deberíamos estar contentos, porque un aumento es un aumento, y el gasto público efectuado es tan pequeño que nos preguntamos por qué no se ha realizado antes. Ha sido necesario que los militares salgamos a la calle tras una pancarta a exigir que se nos trate con dignidad. Queda todavía mucho para tener la nómina que nos merecemos. Alguien tendría que explicar por qué, por ejemplo, el piloto de un helicóptero de control de tráfico percibe unas retribuciones inmensamente superiores a las del piloto de un helicóptero de combate, que tiene que estar preparado para volar en condiciones mucho más difíciles y de mayor riesgo y penosidad: de baja altitud, de poca visibilidad, y expuesto a un hipotético fuego adversario (o no tan hipotético, ya hemos perdido helicópteros en Afganistán).

El 23 de febrero de 1981 las Fuerzas Armadas españolas defendieron España del ataque en el Congreso de los Diputados de un grupúsculo de nostálgicos del régimen franquista, manteniendo el orden constitucional que había nacido pocos años antes. Unas Fuerzas Armadas que, como reconocía la prensa especializada en Defensa hace pocos meses, en la gala de entrega de premios de la Asociación de Prensa de Defensa (APDEF), son la institución del Estado que más ha evolucionado y se ha adaptado a los valores constitucionales desde que entró en vigor la Constitución. En todos los planes de estudio que deben superar los alumnos de centros de enseñanza militar está incluida como materia la Constitución Española y los valores constitucionales. Los militares son los profesionales que mejor conocen la Constitución aparte de los estudiosos del Derecho. ¿Cuánta Constitución se estudia en las carreras de ciencias o en las ingenierías?

Son hechos objetivos y perfectamente contrastables, como lo son el prestigio adquirido más allá de nuestras fronteras por nuestros militares, que invariablemente vienen cosechando el reconocimiento a su profesionalidad y a su buen hacer tanto por el resto de componentes de las fuerzas internacionales en las que se integran como por los países en los que actúan. La propia población española viene siendo testigo de la brillantez con la que los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas han cumplido con todo lo que se les ha encomendado durante la pandemia, por penoso que fuera, desde descontaminar cárceles a custodiar y trasladar cadáveres.

El día 29 de enero se celebró el Pleno extraordinario del Consejo de Personal en el Ministerio de Defensa monográfico sobre retribuciones. Como en anteriores plenos y debido a la situación sanitaria originada por el COVID-19, se celebró en formato reducido, cinco representantes ministeriales y cinco representantes de las asociaciones con representación en el Consejo. Presidido por la Subsecretaria de Defensa, asistieron la Directora General de Personal Militar (DIGENPER), el Director General de Reclutamiento y Enseñanza Militar (DIGEREM), los Mandos de Personal de los Ejércitos y la Armada, y cinco representantes de las asociaciones profesionales (ASFASPRO, AUME, ATME, UMT y APROFAS).

El Pleno comenzó a instancias de la presidencia, guardando un minuto de silencio por los miembros de las Fuerzas Armadas recientemente fallecidos por covid-19, especialmente el Arzobispo Castrense Diaz del Rio y nueve militares más.

A continuación, se procedió a la apertura de la sesión y la lectura del orden del día por parte del Secretario Permanente del Consejo y, a la finalización de la misma y antes de comenzar el primer punto el representante de ASFASPRO solicitó la palabra a la presidencia que le fue concedida.

La naturaleza se empeña en mostrar a los españoles el trabajo que las Fuerzas Armadas (FAS) desarrollan en beneficio de toda la ciudadanía. Desde principios del 2020 la pandemia del COVID-19 y ahora el temporal Filomena están poniendo en valor al personal de las FAS (los paracaidistas despejando de hielo y nieve las calles de Toledo constituyen un buen ejemplo).

Esta abnegación recibe a cambio huecas palabras pero no hechos que solucionen nuestros graves problemas. Los Presupuestos Generales del Estado siguen sin contemplar medidas de calado para dignificar las “muy bajas” retribuciones del militar en activo, pese a que así las calificaba recientemente la ministra Robles.

Este año la conmemoración de la Pascua Militar está marcada por el COVID-19. El tener, como tenemos por nuestro desempeño a lo largo de la pandemia, la íntima satisfacción por el deber cumplido no es un motivo de alegría. No lo es porque el resto de la sociedad ha tenido que comprobar nuestras capacidades, nuestra formación, nuestra profesionalidad, nuestro sacrificio –y el de nuestras familias- en estos duros momentos. En nuestro caso, además, arrastramos problemas que no se resuelven.

El personal de las Fuerzas Armadas necesitamos urgentemente un reconocimiento profesional, lo cual implica contar con una valoración adecuada de la formación militar cursada. No tiene sentido que un militar que ingresa en un centro de enseñanza militar para mejorar de categoría tenga que cursar prácticamente lo mismo que su compañero civil que ingresa sin formación ni experiencia militar alguna. No se ha aplicado el Plan Bolonia, basado precisamente en el reconocimiento a la formación y a la experiencia, en la enseñanza militar, por mucho que en el Ministerio de Defensa se repita lo contrario. Se ha dinamitado la promoción interna para los suboficiales, lo cual constituye la prueba del algodón de que no se aplica Bolonia. Son asignaturas pendientes para prestigiar la carrera militar.

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