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24/08/2014 - elpais.com -

Soy comandante del Ejército de Tierra y marido de la capitán Zaida Cantera —víctima de acoso desde hace más de seis años por mandos del Ejército— y querría realizar algunas precisiones a la carta que Diego Mazón publicó el 6 de agosto:

Que la capitán sufrió un hostigamiento sexual y laboral por parte del coronel Isidro Lezcano-Mújica y que la pasividad de algunos mandos conocedores de lo sucedido facilitó que la capitán continuara padeciendo los actos de humillación y envilecimiento está judicialmente probado.

Que a partir de la condena del citado coronel, a la capitán se le denegaran sus vacaciones anuales alegando necesidades para la defensa nacional, que pasara de tener un expediente brillante a recibir evaluaciones deficientes o que fuera acusada de dos faltas graves (castigadas con hasta dos meses de arresto) y un delito por deslealtad (penado con hasta seis años de prisión) haría intuir a cualquiera una presunta persecución.

Lo más lamentable no es que el Ejército esconda sus miserias permitiendo que los cooperadores del primer juicio y que presuntos acosadores como el coronel Villanueva Barrios y el general Pardo de Santayana sigan ocupando los más altos puestos de la institución (que lo es), sino que los responsables de la política de personal de Defensa sean mujeres y asuman un perfil indiferente ante un tema tan grave. Ni la subsecretaria, Irene Domínguez-Alcahud, ni la directora general de Personal, Adoración Mateos, se han molestado en obtener la versión de la capitán ni en resolver un problema que lleva siendo público más de dos años.

Otro ejemplo de falta de rigor es la carta del director de Comunicación de Defensa, de la que se desprende un profundo desconocimiento del caso y de la legislación vigente. Lo responsable es investigar y contrastar antes de sentar cátedra, sobre todo cuando la interesada, como militar en activo, tiene seriamente limitada su libertad de expresión.

España merece un ministerio y unos militares íntegros porque, como dice Pérez-Reverte, “no hay nada más digno de respeto que un soldado honrado, ni nada más despreciable que uno que no lo es”.— José Lóbez Cuadrado.

 

CARTA EN RESPUESTA A: Respuesta de defensa. El País. 06/08/2014