Cuando nunca se dan las condiciones para que los militares tengan unas retribuciones dignas y justas, acordes al desempeño profesional que todos reconocen, hay que plantearse que no son las condiciones las que fallan, es la voluntad de los gobernantes lo que falta.
Si Calderón de la Barca levantara la cabeza creería que no ha pasado el tiempo, solo ha cambiado la moda. Ni en el siglo XVII ni en el XXI hay voluntad para pagar un sueldo digno al militar, “pues sufren a pie quedo con un semblante, bien o mal pagados”[1]. Dinero para el soldado no hay ni se quiere que haya, pero excusas para no pagar lo que en realidad cuesta un ejército profesional, todas las imaginables.
La última, que como más del 50% del presupuesto de Defensa se lo lleva el gasto de personal, que no se puede dedicar al personal una parte del aumento de presupuesto propuesto para ir acercándonos al 2% del PIB comprometido con la OTAN[2]. De manera muy interesada se hacen las cuentas, pues no tienen en cuenta los millones de euros que cuestan las Operaciones Internacionales, dinero que no sale del presupuesto del Ministerio de Defensa[3]. Si se contara todo ese gasto militar el porcentaje dedicado al personal bajaría un tanto. Ya en 2018 la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados, en el punto 48 del dictamen emitido en relación con el Informe Anual de 2016 del Observatorio de la Vida Militar denunciaba “la escasa ortodoxia y transparencia presupuestaria del Ministerio de Defensa […] a causa de la aprobación de un elevado porcentaje del presupuesto a través de la concesión de créditos extraordinarios no contemplados el presupuesto inicial aprobado por Cortes Generales”[4].
El borrador de los Presupuesto Generales del Estado para 2023[5] recoge para el Ministerio de Defensa que el capítulo I sobre Gastos de personal para 2022 suponía el 50’4% del presupuesto ministerial, porcentaje que para el 2023 se propone dejar en un 42’5% por haberse incluido en el presupuesto del Ministerio diversos gastos en material que antes estaban fuera. Si se incluyera en el presupuesto la totalidad del el gasto de defensa la parte dedicada a personal podría bajar fácilmente hacia el 30%. Con este porcentaje ya no parece que se gaste tanto en personal. Porque el personal militar y el trabajo que hace le resultan baratos, muy baratos, al Estado.
Los esforzados e interesados analistas tampoco quieren dedicar ni una palabra al motivo por el que el gasto de personal se lleva la parte del león en Defensa: porque para infraestructuras y armamento/equipamiento se presupuesta mucho menos de lo necesario. ¿Se han dado una vuelta para ver el penoso aspecto de los cuarteles, faltos de mantenimiento? Pero si la prueba del algodón la tienen en el propio edificio del Ministerio de Defensa, que ha tenido que ser rehabilitado recientemente con fondos europeos. Pues si así está la sede del órgano central en la Castellana, cómo no va a estar un cuartel de provincias.
El capítulo de mantenimiento se ha ido reduciendo tanto que para la necesaria limpieza de locales los pobres militares se han visto obligados a reducir progresivamente la cantidad de detergente por cubo de agua para fregar. “Aquí la necesidad no es infamia”, que decía Calderón. Y así con todo.
¿Y qué hay del material? No vamos a entrar en caídas de aviones o helicópteros… La operatividad se estira y se estira lo indecible… lo que solo puede servir para hablar bien del personal que lo hace posible. Para dar una idea de lo sobrados que vamos de material, sin revelar ningún secreto, ¿de verdad no le ha extrañado a nadie que enviemos camiones cargados con ayuda a Ucrania y que los camiones no se hayan quedado allí con la falta que les hacen a los ucranianos?
En resumen, desde hace muchos años los sucesivos gobiernos se han negado a dotar al Ministerio de Defensa con el presupuesto que realmente era necesario. Y así nos va. No ha habido para mantenimiento, no ha habido para material, pero al personal hay que pagarle aunque sea poco, porque come todos los días. Así se explica clara y diáfanamente que el gasto de personal sea más de la mitad del presupuesto de Defensa. ¿Significa esto que los militares cobren mucho, como alguno quiere dar a entender con estos porcentajes?
Al contrario, el personal peor pagado de la Administración es, precisamente, el personal militar, habiéndose abusado tanto tiempo de su disciplina y de los versos de Calderón “Aquí la más principal / hazaña es obedecer, / y el modo como ha de ser / es ni pedir ni rehusar”. Por eso ha gustado poco que al final los militares sí pidan una carrera y unas retribuciones dignas, saliendo a manifestarse a la calle en diversas ocasiones en los últimos tiempos, como el pasado mes de junio en Madrid a pocos días de la cumbre de la OTAN.
Y ahora, en que una parte del gobierno por fin hablaba de dedicar una parte del incremento de presupuesto en Defensa para ir adecentando las paupérrimas nóminas militares, sospechosamente hay quien va proclamando pegas para hacerlo. Definitivamente, a los militares nos ha mirado un tuerto, parece que nunca es el momento para dignificar nuestro salario.
[1] Pedro Calderón de la Barca, “El sitio de Breda”.
[2] https://okdiario.com/espana/otan-avisa-sanchez-subir-sueldo-militares-no-vale-cumplir-gasto-defensa-9752576
[3] Hay otras partidas que pueden incluirse como gasto de Defensa que tampoco están incluidas en el presupuesto del Ministerio, como explica (véase páginas 10, 11) el informe http://centredelas.org/wp-content/uploads/2021/12/informe50_GastoMilitarReal2022_CAST_DEF.pdf
[4] Boletín Oficial de las Cortes Generales Congreso de los Diputados, Serie D Núm. 318 de 15 de marzo de 2018, 044/000032.
[5] https://www.sepg.pap.hacienda.gob.es/Presup/PGE2023Proyecto/MaestroTomos/PGE-ROM/doc/L_23_A_A1.PDF