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El día 9 de abril de 2021 asistimos de nuevo a otra bajada de sueldo prevista en el ciclo de ascensos 2021-2022, esta vez dentro del Ejército del Aire. Sí, así de simple, y ya fue anunciada mediante la Orden Ministerial 12/2019, de 28 de marzo, que modifica la Orden Ministerial 19/2009, de 24 de abril, por la que se establece el tiempo mínimo de servicios y el de permanencia en determinado tipo de destinos necesarios para el ascenso.

En ella supuestamente el Ministerio de Defensa modificó los tiempos mínimos de servicios de determinados empleos para evitar que se produjera una “descapitalización” en algunos empleos de la escala, eufemismo para decir que si eres sargento primero no vas a ascender a brigada, aunque haya vacante, y tardarás más años en ascender a subteniente y así sucesivamente. Resultado: te bajan el sueldo, pues cobras por el empleo en diversos conceptos. Compensamos así la generosa subida que el magnánimo ministerio ha decidido otorgar por nuestra callada y ejemplar obediencia. Una de cal y quince de arena, pues esto no ha sido subida sino limosna.

  • Todas las retribuciones de todos los funcionarios han tenido un incremento del 0,9% el 1 de enero de 2021. Los aumentos que se relacionan se refieren a las cuantías de enero del 2021 con el 0,9% ya aplicado.

  • El Complemento Específico tiene dos componentes, el singular (CSCE) y el general (CGCE). En la reserva sin destino no se cobra el CSCE.

  • El CSCE tiene 35 niveles. Los suboficiales ocupan puestos con niveles del 6 al 21.

El nivel 13 y todos los inferiores han tenido un incremento de entre 18€ y 45,6€. Se incluyó en la nómina de febrero.

Aquellos con niveles del 14 al 21 NO HAN TENIDO NINGÚN AUMENTO EN ESTE COMPONENTE. Dicho de otra forma, aquellos que cobran más de 304,34€ de CSCE no han tenido subida.

  • Real Decreto 177/2021, de 23 de marzo, por el que se modifica el Reglamento de retribuciones del personal de las Fuerzas Armadas, aprobado por el Real Decreto 1314/2005, de 4 de noviembre.

Real Decreto 1772021 de 23 de marzo

ASFASPRO lleva ya muchos años exponiendo la precaria situación de las retribuciones del personal de las Fuerzas Armadas. Hay consenso sobre este hecho: tanto el legislativo, Congreso y Senado, como el ejecutivo, las dos últimas ministras de Defensa –de partidos diferentes-, han manifestado la necesidad de aumentar los sueldos militares. Pero la realidad es que los pasos dados son claramente insuficientes.

El BOE publica este miércoles un Real Decreto aprobado el martes, 23 de marzo, que modifica las cuantías del Componente General del Complemento Específico (CGCE) en unas cuantías que oscilan entre 17’12€ y 59’92€ mensuales. Ni son grandes cantidades ni solucionan en absoluto el grave desfase retributivo sufrido por el personal militar. Con maquillaje no se curan las heridas.

El Consejo de Ministros de hoy tiene previsto aprobar un Real Decreto de modificación del reglamento de retribuciones militares que incrementa mínimamente las paupérrimas nóminas de los sufridos militares. Es importante destacar que tras quince años en vigor se trata del segundo retoque en los últimos cuatro meses. Ahora bien, entre ambos el gasto asumido equivale al chocolate del loro, porque un aumento bruto de 40€ mensuales, como les va a suponer a algunos profesionales de la milicia, no es para dar saltos de alegría. Al contrario, habrá quien incluso lo interprete como una tomadura de pelo. Porque tras ver cómo a los compañeros de azul o de verde –que ya estaban bastante mejor retribuidos que los militares de las Fuerzas Armadas hace cuatro años- se les ha subido entre 500 y 600€ mensuales en tres años, tras un plan establecido desde el principio que ha permitido que los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado tengan unas nóminas dignas, las medidas que sobre la marcha se están tomando con los salarios de las Fuerzas Armadas, sin un plan de equiparación, homologación, dignificación o como se quiera llamar, dan la impresión de ser simple maquillaje o limosna.

Deberíamos estar contentos, porque un aumento es un aumento, y el gasto público efectuado es tan pequeño que nos preguntamos por qué no se ha realizado antes. Ha sido necesario que los militares salgamos a la calle tras una pancarta a exigir que se nos trate con dignidad. Queda todavía mucho para tener la nómina que nos merecemos. Alguien tendría que explicar por qué, por ejemplo, el piloto de un helicóptero de control de tráfico percibe unas retribuciones inmensamente superiores a las del piloto de un helicóptero de combate, que tiene que estar preparado para volar en condiciones mucho más difíciles y de mayor riesgo y penosidad: de baja altitud, de poca visibilidad, y expuesto a un hipotético fuego adversario (o no tan hipotético, ya hemos perdido helicópteros en Afganistán).

El pleno extraordinario de retribuciones del Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas celebrado ayer por la tarde fue convocado de urgencia para dar trámite a un proyecto de modificación del reglamento de retribuciones de las Fuerzas Armadas que incrementa el componente general del complemento de empleo (CGCE) entre 17’12€ y 59’92€ mensuales en función del empleo militar.

Es una noticia agridulce: por un lado es bien recibida porque se trata del primer aumento –más allá del IPC- en muchos años, y algo es algo; por otro, son cantidades realmente pequeñas. El Ministerio de Defensa insiste en computar como aumento para el personal militar el 0’9% aplicado a todo el personal de la Administración a primeros de año. Además, ha realizado algunos incrementos en el componente singular del complemento específico sin modificar el reglamento y de espaldas al propio Consejo de Personal y a las asociaciones. A pesar de todo ello, no se elimina el gran escalón existente entre los salarios militares y el de ámbitos similares como las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

El 23 de febrero de 1981 las Fuerzas Armadas españolas defendieron España del ataque en el Congreso de los Diputados de un grupúsculo de nostálgicos del régimen franquista, manteniendo el orden constitucional que había nacido pocos años antes. Unas Fuerzas Armadas que, como reconocía la prensa especializada en Defensa hace pocos meses, en la gala de entrega de premios de la Asociación de Prensa de Defensa (APDEF), son la institución del Estado que más ha evolucionado y se ha adaptado a los valores constitucionales desde que entró en vigor la Constitución. En todos los planes de estudio que deben superar los alumnos de centros de enseñanza militar está incluida como materia la Constitución Española y los valores constitucionales. Los militares son los profesionales que mejor conocen la Constitución aparte de los estudiosos del Derecho. ¿Cuánta Constitución se estudia en las carreras de ciencias o en las ingenierías?

Son hechos objetivos y perfectamente contrastables, como lo son el prestigio adquirido más allá de nuestras fronteras por nuestros militares, que invariablemente vienen cosechando el reconocimiento a su profesionalidad y a su buen hacer tanto por el resto de componentes de las fuerzas internacionales en las que se integran como por los países en los que actúan. La propia población española viene siendo testigo de la brillantez con la que los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas han cumplido con todo lo que se les ha encomendado durante la pandemia, por penoso que fuera, desde descontaminar cárceles a custodiar y trasladar cadáveres.

Este viernes ha sido convocado el pleno extraordinario del Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas solicitado por las asociaciones militares para tratar el tema de las retribuciones. Lamentablemente, el Ministerio de Defensa no solo no ha atendido a lo solicitado por estas, impidiendo que se debatiera la creación de una comisión de trabajo para tratar las retribuciones sino que no ha admitido a trámite las propuestas presentadas por las asociaciones. Ante esta situación ASFASPRO se ha visto obligada a no legitimar el pleno con su presencia y ha abandonado el pleno tras solicitar su anulación por no adecuarse el orden del día a lo solicitado en julio pasado por las asociaciones, siendo que la ley obliga al ministerio a convocarlo según lo solicitado.

El Ministerio de Defensa facilitó dos días antes a las asociaciones un estudio sobre retribuciones que es un fiasco, pues no solo no tiene en cuenta las demandas de las asociaciones sino que omite completamente cualquier proyecto de modificación del caduco reglamento de retribuciones actual, y se permite sacar pecho proponiendo unos escasos aumentos de 40€ para algunos puestos de trabajo. Cualquier comparación con los 600€ de aumento recibidos por un guardia civil en los últimos tres años es sencillamente insultante.

La naturaleza se empeña en mostrar a los españoles el trabajo que las Fuerzas Armadas (FAS) desarrollan en beneficio de toda la ciudadanía. Desde principios del 2020 la pandemia del COVID-19 y ahora el temporal Filomena están poniendo en valor al personal de las FAS (los paracaidistas despejando de hielo y nieve las calles de Toledo constituyen un buen ejemplo).

Esta abnegación recibe a cambio huecas palabras pero no hechos que solucionen nuestros graves problemas. Los Presupuestos Generales del Estado siguen sin contemplar medidas de calado para dignificar las “muy bajas” retribuciones del militar en activo, pese a que así las calificaba recientemente la ministra Robles.

Este año la conmemoración de la Pascua Militar está marcada por el COVID-19. El tener, como tenemos por nuestro desempeño a lo largo de la pandemia, la íntima satisfacción por el deber cumplido no es un motivo de alegría. No lo es porque el resto de la sociedad ha tenido que comprobar nuestras capacidades, nuestra formación, nuestra profesionalidad, nuestro sacrificio –y el de nuestras familias- en estos duros momentos. En nuestro caso, además, arrastramos problemas que no se resuelven.

El personal de las Fuerzas Armadas necesitamos urgentemente un reconocimiento profesional, lo cual implica contar con una valoración adecuada de la formación militar cursada. No tiene sentido que un militar que ingresa en un centro de enseñanza militar para mejorar de categoría tenga que cursar prácticamente lo mismo que su compañero civil que ingresa sin formación ni experiencia militar alguna. No se ha aplicado el Plan Bolonia, basado precisamente en el reconocimiento a la formación y a la experiencia, en la enseñanza militar, por mucho que en el Ministerio de Defensa se repita lo contrario. Se ha dinamitado la promoción interna para los suboficiales, lo cual constituye la prueba del algodón de que no se aplica Bolonia. Son asignaturas pendientes para prestigiar la carrera militar.

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